Un posicionamiento estratégico en revisión

Sostengo que España transita un terreno resbaladizo: por un lado, rechaza incrementar su gasto militar al 5 % del PIB antes de 2035 –arriba del compromiso atlántico–, y por otro, se percibe una retórica claramente antagónica hacia figuras como Donald Trump. Esta disonancia puede representar un riesgo de aislamiento frente a aliados clave en la OTAN. El presidente del Instituto Choiseul en España advierte que un Estado que firma un acuerdo internacional –como el alza hasta el 5 %– tiene el deber de cumplirlo, so pena de debilitar su credibilidad. En el fondo, España se debate entre sus compromisos, su visión multilateral y la rigidez interna del mensaje político.

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EMMA TUCKER

7/7/20252 min read

Multilateralismo vs. Rearme militar

Desde mi perspectiva, la idea del multilateralismo que defiende Pedro Sánchez no choca con los principios de seguridad colectiva, pero sí diluye la urgencia de reforzar el presupuesto militar. España se inclina hacia una diplomacia que prioriza las alianzas y el diálogo, con la esperanza de gestionar amenazas mediante consenso internacional. Don Eduardo plantea que, más allá de Rusia, el verdadero desafío geopolítico actual involucra también a China y Estados Unidos trabajando indirectamente en escenarios como Ucrania u Oriente Medio. España, en este ajedrez global, carece de peso decisorio y se mueve según la agenda de potencias mayores.

Europa: ¿aliada o subordinada?

Para mí, la intervención de la UE en la guerra de Ucrania ha sido significativa en términos económicos y humanitarios, pero limitada en autonomía estratégica. Don Eduardo lo resume: las grandes decisiones siguen dependiendo de Estados Unidos, y las potencias europeas (Reino Unido, Francia, Alemania) operan más como seguidores que como líderes propios. Europa, en su análisis, carece de una visión geopolítica clara y unitaria.

América / África: territorios cedidos

En primera persona, pienso que España y Europa han cedido iniciativa estratégica en África y América Latina. China ha invertido de forma sostenida en infraestructuras y recursos naturales; Rusia ha reforzado su presencia militar en el Sahel. Europa no ha logrado articular una política común, ni unificada ni proactiva, para afrontar migraciones, terrorismo o captar oportunidades económicas. En América Latina, la fragmentación política no ha sido un obstáculo para China: comercia con todos los gobiernos, mientras que España reduce su presencia, incluso con movimientos como la retirada parcial de Telefónica. Estados Unidos, por su parte, sigue muy activo.

España sin visión a largo plazo

Me preocupa la falta de estrategia de largo plazo en materia de defensa. Ejemplos como el proyecto del submarino S‑81 –iniciado en 2004 y aún en desarrollo– evidencian la ausencia de continuidad. En una España sin amenazas directas de grandes potencias, se necesita consenso político para invertir en sectores como inteligencia artificial, defensa naval, capacidades espaciales y ciberseguridad, con proyección hacia América y África, donde España aún mantiene lazos históricos y geoestratégicos.

Conclusión: un camino por trazar

Desde mi visión, España se encuentra en una encrucijada: puede optar por profundizar en el reequilibrio militar, en consonancia con la OTAN, o apostar por reforzar una diplomacia multilateral orientada hacia África y América Latina.

Sin embargo, ambas opciones requieren una estrategia nacional sólida y clara, algo que actualmente no existe. Creo que es imprescindible que los partidos políticos impulsen una hoja de ruta a medio y largo plazo para la defensa, la innovación tecnológica y la presencia internacional de España. De lo contrario, seguiremos dependiendo, en última instancia, de decisiones extraterritoriales y perdiendo influencia en el escenario global.

En mi experiencia como analista, solo con visión estratégica y compromiso sostenido podremos encontrar un lugar claro y relevante para España en el complejo tablero geopolítico del siglo xxi.