Turismo y tecnología: dos motores que transforman nuestro presente

Desde hace un tiempo vengo reflexionando sobre dos fuerzas que están moldeando, casi en silencio, el mundo que conocemos: la tecnología y el turismo. La primera impulsa la productividad; la segunda, la felicidad. Aunque puedan parecer ámbitos dispares, lo cierto es que ambos forman parte de un mismo engranaje que transforma no solo la economía, sino también la forma en la que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.

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JOSÉ LUÍS CARVAJAL

6/9/20252 min read

La tecnología, con todos sus matices, ha demostrado ser un catalizador esencial del desarrollo económico. No es casual que cada vez más inversores orienten su capital hacia lo que denominan megatendencias, es decir, hacia aquellos sectores que crecen por encima del promedio del resto de la economía. Y tanto la tecnología como el turismo forman parte destacada de este selecto grupo. Los avances tecnológicos han tenido históricamente un impacto positivo sobre la productividad empresarial.

Hoy en día, con la inteligencia artificial en plena expansión, se estima que la productividad media puede aumentar entre un 10 % y un 15 % en los próximos años. Esta mejora no es teórica ni marginal: se extiende a prácticamente todo el tejido empresarial, que es quien verdaderamente capitaliza cada nuevo avance tecnológico. Por su parte, el turismo no se queda atrás. Es una actividad intrínseca al ser humano, una expresión natural de nuestra curiosidad y necesidad de contacto con lo desconocido. Basta con observar cualquier rincón del planeta que reciba a visitantes para advertir los beneficios que esta industria genera: dinamiza economías locales, genera empleo, mejora infraestructuras y, además, tiene un impacto emocional innegable en quienes viajan. Es, sin duda, una industria del bienestar.

Lo más interesante es que lejos de competir, turismo y tecnología se complementan y se potencian mutuamente. Hoy no podríamos entender el turismo global sin las plataformas tecnológicas que permiten planificar viajes, reservar alojamientos o descubrir experiencias locales personalizadas. Y, a su vez, el turismo actúa como un campo de pruebas ideal para innovaciones tecnológicas aplicadas a la movilidad, la sostenibilidad o la atención al cliente. Nos encontramos en un momento particularmente relevante: las bolsas mundiales han alcanzado niveles históricos, impulsadas en gran medida por la fortaleza de los mercados europeos. Sin embargo, hay sectores cuyo valor de mercado sigue por debajo de su verdadero potencial. Es el caso del turismo. Las valoraciones actuales de muchas empresas turísticas, aún marcadas por la memoria de la pandemia, no reflejan los sólidos crecimientos que están experimentando.

Esta circunstancia representa una oportunidad clara para quienes buscan rentabilidad futura dentro del universo de las megatendencias. Un dato que me llamó especialmente la atención recientemente proviene de LinkedIn Economic Graph: la profesión que más crece en estos momentos es la de agente de viajes. Una señal clara de que la demanda por experiencias únicas y asesoramiento personalizado sigue en auge, y que incluso en plena era digital, el factor humano sigue siendo clave en la toma de decisiones del viajero.

Tecnología y turismo no son solo dos sectores prometedores para invertir. Son, ante todo, dos pilares fundamentales sobre los que podemos construir un futuro más eficiente, más humano y más conectado. La clave está en entender cómo se nutren mutuamente y en apostar por modelos que integren innovación y experiencia, datos y emociones, automatización y cercanía. Porque en ese equilibrio está el verdadero progreso.