Trump sacude el comercio mundial: una mirada desde el epicentro de la tormenta económica

Nunca antes un anuncio desde Washington había sacudido con tanta fuerza los cimientos del comercio global. Esta semana, desde mi escritorio, seguí en tiempo real la evolución de un acontecimiento que, sin duda, marcará un antes y un después en la economía mundial: la imposición abrupta de aranceles por parte del presidente Donald Trump a la totalidad del mundo. El impacto fue inmediato.

ACTUALIDAD MERCADOS

RAMON GARCIA

4/10/20253 min read

Nunca antes un anuncio desde Washington había sacudido con tanta fuerza los cimientos del comercio global. Esta semana, desde mi escritorio, seguí en tiempo real la evolución de un acontecimiento que, sin duda, marcará un antes y un después en la economía mundial: la imposición abrupta de aranceles por parte del presidente Donald Trump a la totalidad del mundo. El impacto fue inmediato.

Como periodista económico, he sido testigo de múltiples sacudidas en los mercados, pero pocas veces había visto una reacción tan unánime por parte de gobiernos, empresas, expertos y ciudadanos. Trump ha decidido dinamitar, con un gesto unilateral, el sistema multilateral de comercio que ha regido desde hace más de tres décadas, un sistema construido con paciencia, negociaciones y acuerdos que buscaban la estabilidad. Estados Unidos, aún la mayor economía del planeta y primer importador global, representa el 21% del PIB mundial. Es un titán cuyo rugido no puede ser ignorado. La Casa Blanca ha virado de la noche a la mañana desde el liberalismo económico a un proteccionismo agresivo, promoviendo un esquema de “aranceles recíprocos” que recuerda más a las épocas de guerras comerciales que a un sistema globalizado del siglo XXI.

Una política de aranceles que sacude al mundo

El nuevo esquema incluye un alza general del 10% en los aranceles que ya había sido decretada, más un incremento del 25% para las importaciones de automóviles. El criterio detrás de estas medidas es difuso y, como señalan analistas del JP Morgan y otros gigantes financieros, más político que económico.

Por ejemplo, mientras a los productos europeos se les grava hasta un 54% más, a los provenientes de China se les impone un 20%. Estas cifras parecen arbitrarias, y generan una gran incertidumbre jurídica que paraliza decisiones de inversión. Los países no tardaron en reaccionar. China, por supuesto, ha respondido con represalias similares. La Unión Europea, más cauta, analiza sus opciones mientras intenta mantener la unidad ante la embestida. En Bruselas, el nerviosismo es evidente: ¿cómo reaccionar sin empeorar la situación? ¿Cómo protegerse sin caer en la misma trampa proteccionista?

Un boomerang económico y político

Uno de los efectos más preocupantes de esta política es la fuga de talentos. Profesores, investigadores y especialistas estadounidenses, ante la incertidumbre y la inseguridad jurídica, han comenzado a buscar destinos más estables, entre ellos, Europa y especialmente España. Las universidades europeas ven en esto una oportunidad de oro, pero en realidad es un síntoma alarmante del declive de la competitividad estadounidense.

Y aquí está, quizá, la mayor contradicción de la política de Trump: pretende frenar el déficit comercial, que supera los 1,1 billones de dólares, sin atacar la raíz del problema, que es la pérdida de competitividad industrial. Se equivoca quien cree que se puede compensar la falta de innovación con aranceles. Los economistas más moderados, como el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ya advirtieron que esta medida podría acelerar la inflación y frenar el crecimiento. En Europa, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, lanzó una advertencia similar: este tipo de medidas pueden hundir la recuperación económica aún frágil del continente. Una era de turbulencias Desde mi experiencia, puedo decir que pocas decisiones de política económica tienen la capacidad de generar una reacción en cadena tan amplia y tan veloz. Lo que empezó como una promesa de campaña de Trump, cargada de retórica nacionalista, se ha convertido en una amenaza real para la estabilidad global. Si Estados Unidos continúa en esta senda, nos adentramos en un periodo de enfrentamientos comerciales abiertos, tensiones geopolíticas y fractura de alianzas históricas.

La supremacía económica de EE. UU., en lugar de convertirse en un vehículo de negociación y equilibrio, podría volverse un arma de presión con consecuencias imprevisibles. Mientras tanto, la Unión Europea enfrenta su propio dilema: cómo responder sin perder cohesión interna ni entrar en una espiral de represalias. Los próximos meses serán críticos, no solo para los acuerdos comerciales, sino para el futuro mismo del orden económico mundial. Desde este lado del teclado, lo observo todo con preocupación. Trump ha sacudido el tablero. El reto ahora es evitar que las piezas caigan una tras otra como un dominó sin freno.