¿Se viene un cambio en el dinero del mundo? Así nos afecta el nuevo orden monetario

En los últimos tiempos, he tenido la sensación de que estamos viviendo algo mucho más grande que una simple crisis económica. Es como si el motor que ha movido la economía mundial durante décadas estuviera empezando a fallar. No es solo el dólar bajando o los aranceles que impone un gobierno: estamos viendo cambios profundos en la forma en que funciona el dinero y el poder en el mundo. Algo muy parecido a lo que ocurrió en los años 30, antes de la Segunda Guerra Mundial.

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SANTI CULLELL

4/28/20254 min read

Para entenderlo mejor, imaginemos que el sistema económico mundial es como un edificio muy grande. Durante mucho tiempo, ese edificio ha estado sostenido principalmente por una columna central: el dólar estadounidense. Pero con el paso de los años, esa columna se ha ido agrietando, y ahora cada vez más gente se pregunta: ¿puede seguir aguantando? ¿O tendremos que construir algo nuevo? Uno de los problemas principales es el gasto de Estados Unidos. El país está gastando mucho más dinero del que ingresa, como una familia que vive constantemente endeudada usando la tarjeta de crédito. Si no reducen ese gasto, el "hueco" (lo que en economía llaman déficit) podría ser tan grande como el 7% de todo lo que produce el país (su PIB). Según Scott Bessen, el jefe del Tesoro de EE.UU., lo ideal sería bajarlo a un 3% para que las cuentas vuelvan a ser sostenibles. ¿Por qué importa tanto esto?

Porque cuando un país gasta más de lo que tiene, tarde o temprano la gente empieza a perder confianza en su dinero. Y el dólar es el dinero en el que confía todo el mundo, no solo los estadounidenses. Hace poco, vimos algo muy raro: el dólar cayó al mismo tiempo que subían los intereses y bajaban los bonos (las deudas que emite EE.UU.). Normalmente, en momentos de miedo global, la gente corre a comprar dólares como si fueran un paraguas en medio de la tormenta. Pero esta vez fue diferente, y eso es una señal de que algo está cambiando en la confianza mundial. Ahí es donde aparece el término "desdolarización", que suena complicado pero es sencillo de explicar: significa que los países están empezando, poco a poco, a usar menos dólares y a buscar otras opciones para guardar su dinero.

Es como si los inquilinos del edificio del que hablábamos antes empezaran a buscar otros lugares más seguros para vivir, por si el edificio principal se desploma. Ahora bien, hay que ser realistas: aunque el porcentaje de reservas en dólares bajó un poco (del 66% al 58%), sigue siendo muchísimo más que cualquier otra moneda. Es decir, el dólar sigue siendo el rey, pero ya no es tan indiscutible como antes. ¿Cómo llegamos aquí? Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1944, se firmó un acuerdo llamado Bretton Woods que decidió que el dólar sería la moneda de referencia mundial. Al principio, estaba respaldado por oro, pero desde 1971 eso cambió: ahora depende de la confianza en la economía de EE.UU. Hoy en día, muchos se preguntan si esa confianza está empezando a resquebrajarse.

Y aquí entra en escena Ray Dalio, un inversor muy conocido, que lleva años explicando que las grandes potencias tienen ciclos de vida: suben, se hacen muy fuertes, se endeudan demasiado, y luego comienzan a decaer. Según Dalio, EE.UU. ya estaría en la parte final de ese ciclo. Otros expertos, como Edward Chancellor, también advierten que los imperios tienden a bajar cuando los tipos de interés suben mucho y las deudas se vuelven impagables. Y eso es lo que estamos viendo ahora. A pesar de todo esto, ¿por qué los países siguen comprando dólares y bonos estadounidenses? La respuesta es simple: porque, a pesar de todo, siguen siendo más seguros que cualquier otra opción. Es como si, aunque el edificio esté agrietado, todavía sea más sólido que cualquier otra casa en el barrio. China, por ejemplo, acumula muchos bonos estadounidenses, pero no porque quiera apoyar a EE.UU., sino porque necesita colocar su dinero en un lugar seguro.

Aunque a veces se hable de que China podría "vender" esos bonos para presionar a EE.UU., hacerlo sería como vender su propia casa a precio de saldo: no le conviene. Hay propuestas para intentar arreglar la situación. Algunos sugieren un acuerdo entre grandes potencias para bajar el valor del dólar, como ocurrió en 1985 con el llamado "Acuerdo de Plaza". Pero hoy el escenario es más complicado, y en lugar de acuerdos, lo que vemos son guerras comerciales, con EE.UU. imponiendo aranceles a varios países. ¿Puede entonces el dólar perder su trono como moneda principal? De momento, no parece. No hay un sustituto claro: ni el euro, ni el yen japonés, ni el yuan chino son lo suficientemente sólidos. Además, como en cualquier mudanza, cambiar el sistema mundial de moneda sería costoso y arriesgado, así que todos prefieren aguantar un poco más. Eso sí, muchos expertos coinciden en que hemos pasado el "pico" del dominio del dólar. A partir de ahora, su importancia puede ir disminuyendo poco a poco, como una montaña que comienza a desgastarse con el tiempo.

En paralelo, el oro —ese refugio clásico en tiempos de incertidumbre— ha ido ganando protagonismo en las reservas de los bancos centrales. Lo que está claro es que el mundo se enfrenta a una gran encrucijada. Si no se toman medidas para reducir el gasto, equilibrar el comercio y reforzar la confianza en las instituciones, podríamos ver cambios aún más profundos en los próximos años. Como dijo Scott Bessen en su discurso ante el FMI: "Si no actuamos, esto acabará mal." Tal vez el futuro nos depare un nuevo acuerdo monetario global o nuevas reglas para el comercio internacional. Pero mientras tanto, conviene estar atentos, porque estamos presenciando un momento histórico que definirá el mundo que heredarán las próximas generaciones.