Los gemelos que siguen inquietando: una mirada al doble déficit estadounidense.
Las bolsas han logrado recuperarse de las fuertes caídas recientes gracias a la expectativa de acuerdos comerciales con los principales socios de Estados Unidos. Todo se juega antes del 9 de julio, fecha límite para que entren en vigor los aranceles recíprocos. De momento, el optimismo del mercado se sustenta más en la esperanza que en los hechos, ya que las negociaciones aún están en curso.
ACTUALIDAD MERCADOS
EMMA TUCKER
6/17/20252 min read


Se estima que, de aplicarse, la media arancelaria de EE. UU. sobre las importaciones podría elevarse hasta el 13 o 14 %. Esto supondría un aumento significativo respecto al nivel actual, que se sitúa entre el 3 y el 3,5 %. Pero la gran incógnita es: ¿será esto suficiente para corregir el persistente y abultado déficit comercial estadounidense? La experiencia y los análisis económicos sugieren que no. De acuerdo con estudios internacionales, el aumento del proteccionismo tiende a generar más inflación y menor crecimiento, sin lograr una mejora real del déficit externo. Esto ocurre porque la demanda interna se debilita, reduciendo las importaciones, pero también las exportaciones, ya que los socios comerciales tienden a responder con medidas equivalentes. Esta vez, sin embargo, hay elementos nuevos.
Por ejemplo, la falta de reacción en firme de algunos socios estratégicos —como Reino Unido o incluso China— podría permitir a Estados Unidos mejorar su balanza comercial, al menos en el corto plazo. También hay una menor dependencia de las cadenas globales tras la pandemia, lo que permite revisar los términos del comercio con mayor margen de maniobra. No obstante, esta estrategia tiene su contraparte. Las tensiones arancelarias y los intentos de aislar a ciertos competidores estratégicos también afectan a la percepción del dólar. A diferencia del ciclo anterior, cuando las políticas arancelarias vinieron acompañadas de una revalorización de la divisa estadounidense, hoy el dólar pierde fuerza.
El debilitamiento del dólar responde a varios factores: incertidumbre política, temor al crecimiento insostenible de la deuda, y el atractivo renovado de activos europeos —especialmente tras los recientes planes fiscales en Alemania—. El flujo de capitales se está desplazando desde EE. UU. hacia Europa, y eso debilita la posición del dólar como activo refugio global.
Si a todo esto se suma la posibilidad de que la Reserva Federal comience a recortar los tipos de interés hacia finales de año, mientras que el Banco Central Europeo ya estaría en la fase final de su ciclo bajista, entonces veremos aún más presión a la baja sobre la divisa estadounidense. En este contexto, hay motivos para pensar que el déficit comercial de EE. UU. podría moderarse en los próximos trimestres. Pero el problema estructural de los “déficits gemelos” —el fiscal y el comercial— seguirá presente.
Es una herencia estructural de un modelo económico que lleva décadas acumulando desequilibrios. Resolver uno sin abordar el otro solo ofrecerá un alivio temporal. Avanzamos, sí, hacia un ajuste parcial. Pero los gemelos siguen ahí, recordándonos que ningún cambio comercial o monetario es suficiente si no va acompañado de una reforma profunda y coordinada del sistema económico.
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