Las guerras de Trump abonan las carteras a la incertidumbre: el arte de mantener la calma financiera en medio del caos Por un inversor inquieto, pero informado Esta semana, mientras los titulares se teñían de rojo bursátil y los mercados se sacudían como una barca en medio de la tormenta, me detuve a revisar mi cartera de inversiones. Y no era el único: aunque sorprendentemente menos dramáticas que en otras crisis, las oscilaciones provocadas por la imprevisible política comercial de Donald Trump

Las guerras de Trump abonan las carteras a la incertidumbre: el arte de mantener la calma financiera en medio del caos Por un inversor inquieto, pero informado Esta semana, mientras los titulares se teñían de rojo bursátil y los mercados se sacudían como una barca en medio de la tormenta, me detuve a revisar mi cartera de inversiones. Y no era el único: aunque sorprendentemente menos dramáticas que en otras crisis, las oscilaciones provocadas por la imprevisible política comercial de Donald Trump están haciendo que más de uno respire hondo antes de mirar su app financiera. Nuevos aranceles, tuits envenenados y asesores que parecen salidos de un thriller político han convertido la gestión del ahorro en un ejercicio de sangre fría.

ACTUALIDAD MERCADOS

JON FERGUSON

5/7/20254 min read

¿Qué hacer entonces, cuando todo parece temblar? Mi primera reacción, como la de muchos, fue de alerta. No alarma, pero sí precaución. Años atrás quizás habría acudido raudo a vender, presa de una mezcla de temor y desconocimiento. Hoy, sin embargo, sé que las sacudidas son parte del ciclo y que salir corriendo en plena tormenta suele ser una receta para el desastre. Así me lo confirman las voces más prudentes y experimentadas del sector: gestores que han navegado otras crisis —la covid, el Brexit, Ucrania— y que insisten en un principio tan básico como difícil de aplicar cuando el miedo aprieta: paciencia.

La volatilidad, ese compañero de viaje

Desde hace semanas, los mercados viven bajo el compás errático del expresidente Trump. Lo que antes podía anticiparse en alguna medida, ahora depende de una declaración improvisada, una amenaza comercial o un simple mensaje en redes sociales.

Este contexto, coinciden los expertos, exige templanza y visión estratégica. Según los gestores más prudentes, lo más inteligente es no tocar la estrategia si el horizonte es de largo plazo, salvo que haya una razón personal para hacerlo. No por capricho del mercado. Improvisar en plena bajada no solo cristaliza pérdidas, sino que nos impide aprovechar las recuperaciones, que muchas veces son tan rápidas como inesperadas. Lo resumen con claridad: no es momento para redefinir nuestro perfil de riesgo. La volatilidad seguirá presente mientras Trump esté en el tablero. Pero el inversor debe resistir. Es ahora, precisamente, cuando se pone a prueba nuestra tolerancia al riesgo y nuestra convicción en la estrategia.

Aprovechar el caos con cabeza

Curiosamente, en medio de tanta incertidumbre, la renta variable sigue siendo la opción preferida para muchos gestores. “Ahora hay malos titulares, pero buenos precios”, he escuchado decir, y esa frase resuena con fuerza. Los cálculos son tranquilizadores: incluso con una cartera conservadora, el impacto de una caída bursátil suele ser limitado. Y si uno cuenta con liquidez y criterio, estos momentos son ideales para aumentar exposición. Eso sí, con orden: se trata de rotar posiciones con plusvalías o de incorporar nuevos fondos, no de lanzarse al vacío. En mi caso, decidí no solo mantener mi inversión en renta variable, sino incrementarla ligeramente, siguiendo un principio que cada vez valoro más: comprar cuando hay miedo. Históricamente, los ciclos alcistas no solo duran más que los bajistas, sino que ofrecen rentabilidades acumuladas muy superiores. La clave es no perderse el rebote, que suele llegar cuando ya no hay titulares alarmantes.

Sectores con futuro, incluso bajo presión

Tampoco todas las acciones sufren por igual. En el radar de los expertos figuran sectores como energía, farmacéuticas y materias primas. También se mira hacia Europa y al sector servicios, con nombres como Meliá o Accor. Otros prefieren fondos ligados al S&P 500 y utilities, mientras que hay quien apuesta por consumo y defensa a escala global. Personalmente, decidí incorporar un fondo ligado al MSCI World, para diversificar geográficamente y reducir riesgos específicos. También estoy considerando entradas progresivas, una estrategia que mitiga el impacto del mal timing.

Refugios para los más conservadores

Quienes no duermen bien con las sacudidas del mercado tienen también opciones razonables. El oro, eterno refugio, ha alcanzado máximos históricos y sigue siendo recomendable en una proporción moderada (entre el 5% y el 7% de la cartera), idealmente mediante ETFs respaldados por oro físico. En paralelo, los fondos de deuda a corto plazo y los monetarios están captando interés. Solo entre el 2 y el 9 de abril, los españoles colocamos más de 775 millones de euros en este tipo de productos, prueba de que la cautela también tiene su mercado. Me parece clave, eso sí, evitar bonos individuales si no se tiene un conocimiento técnico profundo. Mejor fondos gestionados o ETFs, donde se reduce el riesgo idiosincrático y se gana liquidez.

Y los planes de pensiones, ¿qué?

Aquí, la recomendación es clara: no tocarlos. A menos que esté muy cerca el momento de rescatarlos, y que este rescate se haga en forma de capital, lo prudente es dejarlos quietos. Modificar una estrategia de jubilación por turbulencias coyunturales sería tanto como cambiar de barco en medio del temporal.

El efectivo y el ladrillo: dos armas de doble filo

Muchos buscan refugio en el efectivo, pero este puede perder valor con el tiempo. Aunque puede tener sentido aumentar su peso hasta un 15% en carteras conservadoras, conviene tener claro que no es una solución a largo plazo. En cuanto al ladrillo, pese a su popularidad en España, es una inversión ilíquida y de entrada costosa, sin garantía de revalorización en tiempos de crisis.

Conclusión: serenidad, estrategia y visión.

Mientras Trump siga marcando el ritmo con su particular estilo, la volatilidad será la norma. Pero no es el fin del mundo. Tampoco de nuestras inversiones.

La clave, como tantas veces, es no perder la perspectiva, no dejarse arrastrar por el ruido y actuar con racionalidad. Diversificar, mantener una visión de largo plazo y saber aprovechar las oportunidades cuando el miedo domina son las mejores herramientas del inversor sensato. He aprendido que, frente a la furia política y las sacudidas económicas, la serenidad puede ser nuestra mejor aliada.

Porque al final, como bien dijo Warren Buffett, “el mercado es un mecanismo de transferencia de dinero del impaciente al paciente”. Y yo, al menos esta vez, elijo ser paciente. ¿Y tú? ?