La sección 899: la amenaza oculta en la gran ley fiscal de Trump
He seguido con atención la evolución de la nueva ley fiscal impulsada por Donald Trump y los republicanos, conocida como el One Big Beautiful Act, y hay un detalle que me parece fundamental comentar: la famosa sección 899. Este apartado, relegado casi al final del extenso texto legal —en la página 959, para ser exactos— ha pasado prácticamente inadvertido para la mayoría de la opinión pública, pero podría tener un impacto colosal en los mercados internacionales y en nuestras propias inversiones.
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IÑAKI LABADIA
6/3/20254 min read


La ley fiscal, que ya ha sido aprobada en el Congreso y espera la ratificación del Senado, generará una deuda adicional de unos tres billones de dólares, según las proyecciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso. Hasta ahí, nada nuevo: la controversia por el incremento del déficit ha dominado los titulares. Sin embargo, muy pocos han reparado en lo que implica realmente esta sección 899, que varios medios internacionales han comenzado a analizar con detenimiento en los últimos días.
¿Qué es exactamente la sección 899?
La sección 899, bajo el título Enforcement of Remedies against Unfair Foreign Taxes, otorga al gobierno de Estados Unidos la facultad de imponer impuestos punitivos a ciudadanos, entidades y gobiernos extranjeros que apliquen gravámenes que se consideren discriminatorios hacia empresas o ciudadanos estadounidenses. Es decir, si un país decide gravar de forma desproporcionada a compañías como Google o Meta, Estados Unidos podría contraatacar directamente con impuestos adicionales a los activos de ese país en suelo estadounidense. Es un arma de doble filo que convierte la política fiscal en un mecanismo de diplomacia agresiva. No puedo evitar recordar cómo, en los últimos años, la Unión Europea y otros países han creado impuestos específicos para las grandes tecnológicas estadounidenses, justificando que estas no contribuyen de manera justa a las economías locales. Con esta sección 899, Estados Unidos devuelve el golpe.
Un ejemplo para entenderlo mejor
Pensemos en la Unión Europea. Imaginemos que decide aplicar un impuesto especial a las grandes tecnológicas de Silicon Valley. Para Washington, esto sería claramente un acto discriminatorio. En consecuencia, activaría la sección 899, considerando a los países de la UE como “discriminatorios”. ¿El resultado? Todos los inversores de esos países que tengan activos en Estados Unidos —acciones, bonos, propiedades— se verían sujetos a un impuesto adicional. El impacto de esta medida es contundente. Por lo que he podido revisar, este impuesto comenzaría en un 5% y podría incrementarse hasta un 20%, añadiendo un 5% adicional por año. Un coste considerable si recordamos que los inversores extranjeros ya están sujetos a la carga fiscal de sus países de residencia, como el IRPF o sus equivalentes nacionales. Esta nueva carga se sumaría, encareciendo de manera significativa la inversión en el mercado estadounidense.
¿Qué activos afectaría?
La sección 899 no discrimina entre tipos de activos. Su aplicación alcanzaría acciones, intereses, dividendos y beneficios empresariales. Aunque no afectaría directamente a los intereses de cartera —una aclaración que, según Donald Sneider, suaviza algo la inquietud sobre los bonos—, sí tendría repercusiones significativas en acciones y dividendos. Hoy en día, Estados Unidos ya retiene un 15% de los dividendos, pero con esta sección se podría llegar hasta el 35% en el peor de los escenarios. En el caso de corporaciones extranjeras con actividad en Estados Unidos, las denominadas branch profits, la situación también podría complicarse, al igual que para fundaciones privadas extranjeras, fideicomisos e incluso gobiernos que se consideren “discriminatorios”.
El trasfondo geopolítico y económico
Lo que me resulta especialmente inquietante es el momento en que surge esta propuesta. Actualmente, más de 31 billones de dólares en activos estadounidenses están en manos extranjeras. Este flujo de inversión, que ha sostenido durante décadas el dinamismo del mercado estadounidense, podría verse gravemente afectado si la sección 899 se implementa. A mediano plazo, la presión sobre el dólar podría intensificarse, y la rentabilidad de la deuda estadounidense podría resentirse si los inversores extranjeros optan por retirarse. Además, esta herramienta se suma a los aranceles que Trump ha reactivado en los últimos meses: un 50% a ciertos metales como el aluminio y el acero, y también a determinados productos tecnológicos chinos. Aunque algunos tribunales han frenado temporalmente estos aranceles, Trump dispone de otras vías —la sección 122 o la 232— para sortear los obstáculos legales y mantener su agenda comercial. Lo que percibo es que, en este contexto, la política fiscal y la comercial están más entrelazadas que nunca. El director de Deutsche Bank calificó este fenómeno como un nuevo instrumento de política exterior: el mercado de capitales convertido en un arma de presión geopolítica.
¿A quiénes afectaría?
La lista de afectados potenciales es amplia. Incluye a gobiernos de países catalogados como discriminatorios, individuos residentes fiscales en esos países, corporaciones extranjeras, fundaciones privadas, fideicomisos, sucursales y entidades como partnerships. De forma muy concreta, países como Reino Unido, Australia, Canadá y, desde luego, toda la Unión Europea estarían en la primera línea de riesgo, como advierten importantes despachos legales.
El panorama para los inversores
Las implicaciones de la sección 899 son profundas. Podría desencadenar un reequilibrio significativo de las carteras internacionales, desviando flujos hacia mercados como Europa, Asia y economías emergentes. El índice MSCI EAFE —que excluye a Estados Unidos y Canadá— ha intentado superar la resistencia que mantiene desde 2008. Aunque todavía no hay una confirmación de que supere al S&P 500, la posibilidad está sobre la mesa si esta sección entra en vigor. Por ahora, el dólar se mantiene sobre la marca de 100 en el índice DXY, aunque muchos analistas prevén que podría debilitarse a largo plazo si Estados Unidos pierde atractivo para los inversores extranjeros.
Reflexiones finales
Nos encontramos ante una ley fiscal que, más allá de la polémica por el déficit, podría transformar radicalmente la relación de Estados Unidos con el resto del mundo. Me asombra cómo un solo párrafo —oculto en la página 959 de un texto de mil páginas— tiene la capacidad de reconfigurar no solo los flujos financieros, sino también el equilibrio geopolítico global. Aunque aún falta la aprobación definitiva del Senado y la posterior implementación, conviene mantenerse muy atento. El impacto podría ser inmediato, y las consecuencias a largo plazo, aún más profundas. Seguiré analizando cada paso de este proceso y compartiendo mis impresiones a medida que se aclaren los detalles. Porque, al final, comprender cómo se cruzan la política, la economía y las inversiones es clave para navegar este nuevo escenario global que se perfila con la llegada de la Big Beautiful Act. Hasta entonces, os deseo una semana tranquila y atenta. ¡Seguiremos informando!
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