La Reserva Federal ante el desafío de ser más agresiva que el BCE

Desde mi experiencia analizando los mercados, pocas veces he visto a los inversores moverse con tanta decisión hacia la deuda estadounidense como lo están haciendo ahora. Y no es para menos. En estos momentos, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se enfrenta a una presión creciente: tendrá que ejecutar recortes de tipos de interés más agresivos y prolongados que el Banco Central Europeo (BCE), abriendo así una ventana de oportunidad en la renta fija soberana estadounidense que no pasa desapercibida para los grandes gestores de fondos a nivel mundial.

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EMMA TUCKER

4/28/20252 min read

El contexto actual nos sitúa en un escenario en el que los mercados ya descuentan, para este año, al menos tres bajadas de tipos de 25 puntos básicos tanto en Europa como en Estados Unidos. Sin embargo, en el caso norteamericano, el consenso va más allá: se espera que la Fed continúe con otras dos bajadas adicionales en 2026, situando los tipos en torno al 3,25%.

La expectativa para el BCE, en cambio, se limita a movimientos mucho más contenidos. Esta divergencia en las políticas monetarias refuerza el atractivo del bono estadounidense, sobre todo si consideramos la elevada rentabilidad que todavía ofrece. En mis conversaciones recientes con gestores de carteras y economistas, he percibido una creciente convicción en que la Fed no podrá permitirse actuar con tibieza. Firmas de peso como JP Morgan ya pronostican que el banco central estadounidense tendrá que bajar los tipos hasta en seis ocasiones adicionales. Myles Bradshaw, su responsable global de estrategias agregadas, argumenta que los tipos de interés en EE. UU. están “muy por encima del tipo neutral” —estimado en torno al 3%—, lo que justifica una estrategia de recortes mucho más profunda.

Coincido con Bradshaw en que este desequilibrio entre los tipos actuales y el tipo neutral abre una oportunidad clara: la renta fija estadounidense se perfila como una inversión de gran atractivo en los niveles actuales. Pimco, otro gigante de la inversión en bonos, comparte esta visión y considera que la actual coyuntura macroeconómica favorece una fuerte entrada en bonos del Tesoro. A medida que los tipos bajen, el valor de estos activos aumentará, proporcionando rendimientos considerables para quienes entren a tiempo. No obstante, sería imprudente no contemplar los riesgos que acechan este escenario aparentemente prometedor. En particular, uno de los mayores temores es la posibilidad de que Estados Unidos no experimente simplemente una desaceleración económica, sino que se adentre en un periodo de estanflación.

David Kohl, economista jefe de Julius Baer, advierte con contundencia: la política proteccionista del nuevo Gobierno, con potenciales aumentos arancelarios sobre las importaciones, podría desencadenar una inflación persistente a pesar del enfriamiento económico. Esta posibilidad complicaría enormemente la hoja de ruta de la Fed. Si la inflación se mantiene alta mientras el crecimiento se estanca, las bajadas de tipos se verían severamente limitadas, lo que cambiaría radicalmente las perspectivas para el bono estadounidense. Personalmente, sigo con especial atención estos riesgos, consciente de que la línea entre una recesión convencional —deflacionaria por naturaleza— y una estanflación —con alta inflación y bajo crecimiento— puede ser muy fina.

En este entorno, resulta esencial actuar con prudencia, valorando no sólo la oportunidad que ofrece el actual diferencial de tipos, sino también los riesgos derivados de un giro inesperado en la política comercial o en las dinámicas de precios. Como inversor o como analista, hay que mantenerse ágil, preparado tanto para aprovechar las oportunidades como para reaccionar ante los imprevistos. Lo que está claro es que el movimiento de la Fed marcará el pulso de los mercados en los próximos meses.

Y, si algo he aprendido en años de seguir de cerca las decisiones de los bancos centrales, es que los mercados rara vez se equivocan cuando perciben un cambio estructural en el horizonte. Hoy más que nunca, la vigilancia constante y la flexibilidad estratégica serán las mejores aliadas para navegar este complejo ciclo económico que apenas comienza a desplegarse.