La irrupción de DeepSeek: El terremoto digital que sacude a OpenAI
La última semana ha sido un torbellino en el mundo de la inteligencia artificial. La aparición de DeepSeek, un modelo chino de IA que ofrece servicios gratuitos comparables a ChatGPT, ha generado un verdadero terremoto digital. Lo que parecía un monopolio o duopolio natural en el ámbito de la IA generativa ha desembocado en un nuevo episodio de la historia de la digitalización: la caída y disgregación de las grandes corporaciones tecnológicas a través de la competencia inmediata y la constante irrupción de nuevos actores en el mercado.
ACTUALIDAD MERCADOS
JON FERGUSON
1/30/20253 min read


La última semana ha sido un torbellino en el mundo de la inteligencia artificial. La aparición de DeepSeek, un modelo chino de IA que ofrece servicios gratuitos comparables a ChatGPT, ha generado un verdadero terremoto digital.
Lo que parecía un monopolio o duopolio natural en el ámbito de la IA generativa ha desembocado en un nuevo episodio de la historia de la digitalización: la caída y disgregación de las grandes corporaciones tecnológicas a través de la competencia inmediata y la constante irrupción de nuevos actores en el mercado.
Este fenómeno no es nuevo. Lo hemos visto en la telefonía móvil, con la llegada de la conectividad gratuita; en la mensajería instantánea, con la competencia feroz entre plataformas; en la prensa digital, con la disrupción de los medios tradicionales; en el comercio electrónico, donde las grandes empresas han tenido que reinventarse constantemente; y en los motores de búsqueda, donde la hegemonía de Google ha sido desafiada en múltiples ocasiones. Pensábamos que la inteligencia artificial seguiría un camino distinto, más controlado por las grandes inversiones y el acceso privilegiado a la computación avanzada. Pero está claro que nos equivocamos.
La democratización de la IA y el desafío chino DeepSeek ha demostrado que el acceso a modelos de IA de alta calidad puede no estar restringido solo a las empresas occidentales. Su tecnología, sorprendentemente eficiente y con una interfaz fluida, no solo es gratuita, sino que también es altamente funcional en idiomas como el español. Esto representa un golpe directo a empresas como OpenAI, que actualmente cobra alrededor de 20 euros al mes por el acceso a sus versiones premium. Como era de esperar, en Estados Unidos se han encendido las alarmas. La respuesta de OpenAI y otros gigantes tecnológicos ha sido inmediata: denuncian a China por violaciones a la propiedad intelectual y al uso indebido de algoritmos protegidos. Acusan a DeepSeek de entrenar sus modelos con datos derivados de OpenAI, lo que podría representar una infracción de los términos de uso de sus API.
Sin embargo, este reclamo resulta irónico, ya que OpenAI y otras empresas tecnológicas han sido señaladas por violar sistemáticamente los derechos de propiedad intelectual de creadores de contenido en todo el mundo.
Hipocresía en el debate sobre derechos de autor
La base del negocio de OpenAI y de la mayoría de los modelos de IA generativa es el uso masivo de textos, imágenes y otros contenidos creados por terceros. Periodistas, escritores, pintores, músicos, compositores, fotógrafos y diseñadores han visto cómo sus obras han sido utilizadas sin compensación para alimentar estas inteligencias artificiales. Los medios de comunicación, incluso los de pago, han sido saqueados para mejorar los algoritmos de generación de texto. Y ahora, cuando un actor chino hace lo mismo con los modelos de OpenAI, Occidente se lleva las manos a la cabeza.
Esto nos lleva a una cuestión más profunda: ¿qué significa realmente la propiedad intelectual en la era de la inteligencia artificial? Las creaciones humanas han sido utilizadas como materia prima para entrenar modelos de IA sin una retribución justa. Sin embargo, cuando estas mismas prácticas se aplican en su contra, las grandes empresas se apresuran a denunciar la "piratería".
Esta contradicción pone en evidencia que el verdadero problema no es la ética ni la legalidad, sino el control del mercado. El conocimiento como bien universal El trasfondo de esta disputa es aún más profundo. Estamos en el umbral de una transformación en la que el conocimiento dejará de ser una mercancía controlada por corporaciones o estados. Si la inteligencia artificial sigue evolucionando como hasta ahora, en pocas décadas nadie podrá reclamar la exclusividad del saber. La propiedad intelectual, tal como la conocemos, podría desaparecer en los próximos cien años.
En este nuevo paradigma, el conocimiento será un bien común, accesible para todos sin restricciones. El concepto de "derecho de autor" se verá desafiado, y las nuevas generaciones probablemente considerarán natural el libre acceso a la información y la creatividad. Se avecina una batalla en el mundo de la IA. OpenAI, Google y otros gigantes tecnológicos lucharán por mantener su control sobre los modelos de inteligencia artificial, mientras que nuevos actores como DeepSeek seguirán desafiando ese dominio. La gran pregunta es: ¿qué modelo prevalecerá?
Una cosa es segura: el mundo de la inteligencia artificial está cambiando, y el monopolio del conocimiento tiene los días contados.
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