La irracionalidad de los inversores: una mirada desde la psicología cognitivo-conductual

La teoría clásica de la toma de decisiones en incertidumbre parte de la premisa de que los inversores actúan de manera racional, siguiendo tres principios fundamentales: la integración de activos, la aversión al riesgo y las expectativas racionales. Según este modelo, los inversores evalúan las opciones disponibles en función de su impacto en la totalidad de su portafolio, prefieren decisiones seguras si la rentabilidad esperada es la misma y procesan la información de forma objetiva y sin sesgos. Sin embargo, la realidad demuestra que los inversores rara vez cumplen con estas premisas. La psicología del comportamiento ha evidenciado que las decisiones financieras están influenciadas por emociones, sesgos cognitivos y atajos mentales que llevan a resultados subóptimos. Esta irracionalidad no es un rasgo exclusivo de los inversores inexpertos; afecta incluso a los profesionales más experimentados. A continuación, exploraremos los principales sesgos que explican por qué los inversores no siempre actúan de manera racional y cómo pueden mejorar su toma de decisiones.

MENTE INVERSORA

BEGOÑA SÁNCHEZ

3/26/20254 min read

La teoría clásica de la toma de decisiones en incertidumbre parte de la premisa de que los inversores actúan de manera racional, siguiendo tres principios fundamentales: la integración de activos, la aversión al riesgo y las expectativas racionales. Según este modelo, los inversores evalúan las opciones disponibles en función de su impacto en la totalidad de su portafolio, prefieren decisiones seguras si la rentabilidad esperada es la misma y procesan la información de forma objetiva y sin sesgos. Sin embargo, la realidad demuestra que los inversores rara vez cumplen con estas premisas. La psicología del comportamiento ha evidenciado que las decisiones financieras están influenciadas por emociones, sesgos cognitivos y atajos mentales que llevan a resultados subóptimos. Esta irracionalidad no es un rasgo exclusivo de los inversores inexpertos; afecta incluso a los profesionales más experimentados. A continuación, exploraremos los principales sesgos que explican por qué los inversores no siempre actúan de manera racional y cómo pueden mejorar su toma de decisiones.

1. La falacia de la integración de activos Según la teoría clásica, los inversores evalúan cada decisión considerando el impacto en su cartera total. Sin embargo, la realidad muestra que las personas suelen analizar cada inversión de forma aislada, lo que genera errores sistemáticos.

🔹 Ejemplo: Un inversor que ha comprado acciones de una empresa en caída libre puede resistirse a venderlas porque no quiere reconocer la pérdida, aun cuando vender y reinvertir en otro activo podría ser más beneficioso para su cartera en conjunto. Este comportamiento se debe al sesgo de contabilidad mental, un fenómeno descrito por Richard Thaler, según el cual las personas categorizamos el dinero en "compartimentos mentales" en lugar de evaluarlo globalmente. En el contexto de la inversión, esto lleva a decisiones subóptimas, como aferrarse a una acción perdedora porque se percibe como un "proyecto independiente" en lugar de parte de una cartera diversificada.

Cómo superar este sesgo:

Aplicar un enfoque basado en la teoría de carteras moderna, revisando las inversiones en conjunto y no de forma individual.

Utilizar herramientas de análisis que muestren cómo una decisión impacta en el rendimiento total.

2. La paradoja de la aversión al riesgo Si bien la teoría económica sugiere que los inversores prefieren resultados seguros a inciertos con el mismo valor esperado, la realidad es más compleja. Los estudios de Kahneman y Tversky sobre la Teoría de las Perspectivas revelan que las personas no solo son aversas al riesgo en general, sino que su actitud hacia el riesgo varía según la situación.

🔹 Ejemplo: Un inversor puede rechazar una apuesta donde hay un 50% de ganar 100€ y un 50% de perder 100€, aunque el valor esperado sea cero. Sin embargo, cuando enfrenta pérdidas, su comportamiento cambia y se vuelve más propenso a asumir riesgos innecesarios con la esperanza de recuperar lo perdido. Este comportamiento se debe a dos sesgos principales:

📌 Aversión a las pérdidas: Las pérdidas generan un impacto emocional mayor que las ganancias equivalentes.

📌 Búsqueda de riesgo en pérdidas: Cuando los inversores están en territorio negativo, tienden a tomar decisiones más arriesgadas con la esperanza de salir del hoyo.

Cómo mitigar este sesgo:

Establecer reglas de inversión objetivas (stop-loss, take-profit) para evitar decisiones impulsivas.

Centrarse en la gestión del riesgo en lugar de recuperar pérdidas pasadas.

Recordar que cada decisión es independiente y no debe estar condicionada por inversiones previas.

3. Expectativas irracionales y el exceso de confianza La teoría clásica asume que los inversores hacen estimaciones de manera objetiva y sin sesgos, pero en la práctica, la percepción de la información está distorsionada por diversos factores psicológicos.

🔹 Ejemplo: Un inversor que ha tenido éxito en varias operaciones puede creer que tiene habilidades superiores al mercado, lo que lo lleva a sobreestimar su capacidad de predecir movimientos futuros y a asumir riesgos excesivos. Este comportamiento es producto de dos sesgos comunes:

📌 Exceso de confianza: La tendencia a sobreestimar nuestra capacidad de análisis y predicción.

📌 Sesgo de confirmación: La tendencia a buscar y dar más peso a la información que confirma nuestras creencias previas, ignorando datos contradictorios. Ambos sesgos llevan a decisiones impulsivas, falta de diversificación y a operar en exceso (overtrading), lo que aumenta los costos y reduce la rentabilidad.

Estrategias para contrarrestar estos sesgos:

Consultar fuentes de información variadas y no solo aquellas que confirman nuestras ideas.

Aplicar un enfoque basado en datos y no en intuiciones.

Utilizar simulaciones y escenarios alternativos antes de tomar una decisión.

4. La influencia del entorno en la irracionalidad del inversor El comportamiento de los inversores no ocurre en el vacío; el entorno del mercado puede amplificar sus sesgos psicológicos.

🔹 Ejemplo: Durante una burbuja financiera, el optimismo desmedido puede llevar a los inversores a asumir riesgos excesivos (efecto manada), mientras que en una crisis, el miedo puede hacer que liquiden activos de manera irracional. Los medios de comunicación, las redes sociales y las opiniones de otros inversores pueden distorsionar la percepción del riesgo y reforzar comportamientos irracionales.

Cómo evitar caer en la trampa del entorno:

Mantener una estrategia de inversión clara y no dejarse llevar por la volatilidad del mercado.

Evitar la sobreexposición a noticias sensacionalistas y evaluar la información de manera crítica.

Recordar que las emociones del mercado suelen ser extremas y no siempre reflejan el valor real de los activos.

Conclusión:

La autoconciencia como clave para una inversión racional

La irracionalidad del inversor es un fenómeno ampliamente documentado que demuestra que las decisiones financieras están influenciadas por sesgos cognitivos y emociones. Lejos de ser un problema exclusivo de los inversores novatos, afecta incluso a los profesionales más experimentados. Para mejorar la toma de decisiones y reducir los errores derivados de la irracionalidad, es fundamental desarrollar la autoconciencia emocional y cognitiva. Identificar los propios sesgos, aplicar estrategias basadas en la disciplina y el análisis objetivo, y evitar dejarse llevar por el entorno son claves para una inversión más racional y efectiva. En un mundo financiero cada vez más complejo, aquellos inversores que logren dominar sus emociones y sesgos tendrán una ventaja competitiva sobre el resto. Porque, al final, la mejor inversión que puede hacer un inversor es en su propia psicología.