La importancia de la formación en un mundo globalizado

Estos días, muchos jóvenes están recibiendo sus diplomas tras finalizar una carrera, un máster o un doctorado. Me encuentro inmerso en una época de graduaciones que, además de constituir un hito personal, representan un momento de celebración para las familias y, en definitiva, para la sociedad en general.

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EMILIANO GÓMEZ

6/20/20253 min read

Las graduaciones dan visibilidad a la importancia de la formación continua, el esfuerzo personal y la dedicación, elementos fundamentales para el desarrollo de una carrera profesional sólida y para contribuir al progreso de nuestras comunidades. En mi experiencia, la obtención de un título no es solo la culminación de años de estudio, sino también un trampolín para seguir aprendiendo.

La recompensa de ver plasmado el esfuerzo en un diploma es también un incentivo para continuar formándose y adquiriendo nuevas competencias. La vida laboral y personal, como sabemos, es un continuo aprendizaje. La esperanza de vida va en aumento, y eso nos obliga a repensar las etapas de jubilación y la organización de la vida laboral. Las personas vivirán más tiempo y, en consecuencia, muchas deberán seguir trabajando más allá de los tradicionales 65 años. Esta situación nos recuerda la necesidad de actualizar constantemente nuestras habilidades, evitar la auto complacencia y continuar adaptándonos a un entorno que cambia sin cesar. A esto se suma la dificultad de sostener los sistemas de bienestar en un mundo cada vez más interconectado. La sanidad, por ejemplo, avanza con rapidez y requiere inversiones constantes. Sin embargo, no todas las poblaciones tienen igual acceso a estos servicios, especialmente en regiones como África, la India o muchas partes de Latinoamérica.

Allí, la sanidad sigue siendo un desafío y no está organizada de manera que todos puedan recibir atención de calidad. He visto cómo países como China están haciendo grandes esfuerzos para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. China, con una población que supera los 1.500 millones de habitantes, ha hecho de la mejora de la sanidad una prioridad política, y esto ha contribuido a su rápido crecimiento económico. En varias ocasiones he tenido la oportunidad de conocer planes detallados del presidente Xi Jinping, enfocados en impulsar el progreso y garantizar el bienestar colectivo. Es evidente que China está avanzando con pasos firmes en múltiples frentes: sanidad, educación, innovación tecnológica e infraestructuras. Todo esto forma parte de una visión de desarrollo a largo plazo que busca consolidar su posición como la primera economía mundial.

Si continúa así, China superará pronto a los Estados Unidos y otros grandes mercados. Al observar la realidad global, no puedo evitar reflexionar sobre cómo la economía y el comercio internacional están cada vez más interconectados. Las decisiones que se toman en un país repercuten en todos los demás. La competencia económica, el flujo de inversiones y el comercio son elementos que moldean el panorama geopolítico. No obstante, la cooperación y el entendimiento entre naciones también juegan un papel fundamental para que los avances tecnológicos y sociales beneficien a toda la humanidad. En mis encuentros con exalumnos y colegas, tanto en instituciones como IESE como en conferencias y programas de formación, percibo que muchos profesionales jóvenes tienen ya una visión global de sus carreras.

Buscan experiencias internacionales, se adaptan a nuevas culturas y entienden la importancia de conectar con personas de todo el mundo. Así, la formación y la educación siguen siendo pilares esenciales para navegar con éxito en un mundo cada vez más competitivo y diverso. La graduación es solo un paso más, un punto de partida para seguir aprendiendo, evolucionando y aportando valor a la sociedad. Al final, lo que nos define no son solo los títulos que colgamos en la pared, sino cómo aplicamos esos conocimientos para mejorar nuestras vidas y las de los demás.