La escapada de los grandes fondos de deuda: cómo lograron evitar las pérdidas en un entorno volátil
Inicié este año con la sensación de que la renta fija sería, una vez más, la gran protagonista de los mercados financieros en España. Y no me equivoqué. Siguiendo el pulso inversor, he comprobado que los fondos de renta fija han vuelto a posicionarse como la opción predilecta de quienes buscan refugio en tiempos de incertidumbre. Solo en el primer trimestre, más de 10.000 millones de euros fluyeron hacia estos vehículos, según cifras de Inverco. Sin embargo, lo que realmente captó mi atención fue cómo los veinte mayores fondos, que manejan más de 65.000 millones de euros, lograron esquivar las pérdidas y registrar una rentabilidad media del 0,6% en un entorno especialmente volátil.
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PEDRO BUENO
4/29/20253 min read


La clave de este pequeño éxito radica, en gran medida, en la estrategia de inversión. Muchos de estos fondos apostaron por deuda a muy corto plazo, una categoría menos vulnerable a las oscilaciones de los tipos de interés. Otros, pese a invertir en bonos públicos y corporativos de mayor duración y con notable exposición a Europa, también lograron mantenerse en terreno positivo. El contexto, no obstante, no ha sido fácil. A priori, las expectativas de recortes adicionales en los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) deberían haber impulsado los precios de la deuda europea, beneficiando a quienes ya estaban posicionados. Sin embargo, varios factores alteraron esta dinámica. Uno de ellos fue la expectativa de un gran volumen de emisiones por parte de Alemania, que necesita financiar un ambicioso plan de 500.000 millones de euros en infraestructuras y defensa. Esta noticia provocó tensiones en los mercados de deuda soberana en marzo, aunque algunos expertos interpretaron el retroceso de precios como una oportunidad de entrada. Por si fuera poco, la inestabilidad política internacional también dejó su huella.
Las declaraciones contradictorias de Donald Trump en relación con su política arancelaria, especialmente tras el Día de la Liberación, provocaron auténticos vaivenes en los mercados de bonos. El rendimiento del bono americano a diez años pasó de un 4,13% a un 4,5% en apenas una semana —el mayor salto semanal desde 1981— antes de moderarse ligeramente tras una tregua de 90 días anunciada por el propio Trump. En este escenario tan convulso, la fotografía que encontramos hoy en el mercado de renta fija es muy reveladora. Una cartera de deuda pública europea se mantiene prácticamente plana en lo que va de año, mientras que las inversiones en treasuries estadounidenses acumulan una ganancia cercana al 2%. Eso sí, la caída del dólar ha erosionado buena parte de este beneficio para los inversores europeos. Más allá de la deuda soberana, la renta fija corporativa global ha mostrado mayor vigor.
Una cartera compuesta por bonos corporativos con grado de inversión avanza un 0,92%, mientras que los fondos diversificados en todo tipo de bonos han logrado rentabilidades de hasta el 4,7%. Ante este panorama, me planteo qué esperar de la deuda en los próximos meses. La política monetaria juega un papel crucial: en un entorno de tipos de interés a la baja, los bonos tienden a beneficiarse. Scott DiMaggio, director de renta fija en AllianceBernstein, sostiene que los precios de los bonos deberían recibir un impulso adicional conforme los bancos centrales mantengan su política de relajación monetaria en los próximos dos o tres años. El mercado ya descuenta nuevas bajadas de tipos tanto en Europa como en Estados Unidos. El BCE, que comenzó su ciclo de recortes en junio del año pasado, podría realizar hasta tres ajustes adicionales antes de que termine 2025.
Mientras, la Reserva Federal estadounidense parece algo más reticente, preocupada por el posible repunte inflacionario derivado de los aranceles. Hoy, la rentabilidad esperada para una cartera global de renta fija se sitúa en el 3,58%, según los índices de Bloomberg y Barclays, ligeramente inferior al 4% previsto el año pasado. Aunque las mayores oportunidades parecen estar en el segmento high yield —la deuda de mayor riesgo—, los expertos recomiendan mantener la prudencia y centrarse en crédito con grado de inversión, donde se esperan retornos más estables, en torno al 5%. No me sorprende, entonces, que los inversores estén apostando mayoritariamente por fondos de renta fija a corto plazo. Hasta marzo, estos vehículos captaron suscripciones netas por 6.200 millones de euros, superando ampliamente a los fondos que invierten en bonos de mayor duración o en renta fija internacional.
La preferencia por opciones conservadoras es evidente: los fondos mixtos de renta fija y los fondos monetarios también figuran entre los más demandados. En definitiva, observo que la renta fija sigue siendo un refugio sólido en este año de alta incertidumbre, pero no exento de riesgos. Elegir bien dónde posicionarse —optando por duraciones cortas y crédito de alta calidad— será crucial para navegar en este mar agitado. Los grandes fondos ya han dado una lección de resiliencia. Ahora, queda por ver si el resto de los inversores sabrá seguir el mismo camino.
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