Invertir o perder: el coste de no hacer nada con nuestros ahorros
Recuerdo cómo hace apenas unos días reflexionaba sobre una verdad incómoda: cien euros en el año 2000 equivalen hoy a solo cuarenta euros en términos de poder adquisitivo. Este simple dato ilustra de manera contundente una realidad que afecta a todos: si no hacemos nada con nuestro dinero, cada día estamos perdiendo. La inflación actúa como un ladrón silencioso, reduciendo el valor de nuestros ahorros.
ACTIVOS INVERTIBLESACTUALIDAD MERCADOS
JESÚS LACALLE
4/30/20252 min read


Solo a través de la inversión podemos aspirar a mantener, o incluso incrementar, nuestro poder adquisitivo.
No obstante, muchas personas aún sienten un rechazo instintivo hacia la idea de invertir, escudándose en frases como "no quiero correr riesgos" o "la bolsa es demasiado volátil". Comprendo ese temor; sin embargo, es necesario afrontarlo si realmente queremos proteger nuestro patrimonio. Al hablar de inversiones, es habitual plantearse la división entre renta fija y renta variable. Pero incluso aquí conviene desmitificar conceptos: la renta fija no es sinónimo de seguridad absoluta. Prestar dinero a una empresa —aunque sea mediante bonos o pagarés— conlleva siempre un riesgo de impago. No es lo mismo otorgarle un préstamo a una gigantesca multinacional como Amazon que a una pequeña empresa con dificultades para pagar sus facturas.
La probabilidad de recuperación del dinero depende de a quién le confiamos nuestros recursos.
Un principio fundamental que he aprendido a lo largo de los años es este:
Si el interés ofrecido es excesivamente alto, es momento de sospechar. Una rentabilidad muy elevada suele ser el reflejo de un riesgo subyacente que, si no es gestionado adecuadamente, puede acabar en pérdidas considerables. Por eso, al seleccionar productos de renta fija, es crucial atender a las calificaciones de riesgo o ratings de las entidades emisoras. Cuanto mayor sea la posibilidad de impago, mayor será el interés prometido, pero también el peligro al que nos exponemos. Si buscamos un equilibrio razonable entre seguridad y rentabilidad, considero acertado optar por un perfil de inversión moderado, aceptando un nivel de riesgo de aproximadamente 3 o 4 sobre 7.
En este caso, la cartera debe tener una clara predominancia de renta fija, complementada con una proporción inferior al 30% de renta variable.
Hablar de incluir bolsa en una cartera no implica lanzarse de manera indiscriminada a comprar acciones. Existen opciones bien diferenciadas: invertir en las cinco principales empresas tecnológicas estadounidenses no es lo mismo que comprar acciones de compañías emergentes en países en vías de desarrollo.
La diversificación y la calidad de los activos seleccionados son determinantes para obtener buenos resultados. Para implementar una estrategia como la que propongo, existen dos caminos principales: podemos construir nosotros mismos nuestra cartera a través del banco o de plataformas especializadas, o bien podemos delegar esta tarea a un fondo de inversión que responda a nuestro perfil de riesgo y objetivos financieros. Personalmente, he encontrado en la segunda opción una alternativa cómoda y eficiente, sobre todo para quienes no tienen tiempo ni conocimientos suficientes para gestionar activamente sus inversiones.
Con esta estrategia, es posible no solo preservar el valor de nuestro dinero, sino también hacerlo crecer a un ritmo superior a la inflación. Cada día que pasa sin actuar, cada euro que permanece inmóvil en una cuenta corriente, es un euro que pierde valor.
Por ello, invertir ya no es una opción reservada para expertos o grandes fortunas: es una necesidad para todos aquellos que queremos proteger nuestro futuro económico.
Nuestros colaboradores
Educación Patrimonial Continua
Claridad y Simplicidad
Cercanía y Apoyo Constante
Compromiso con el Crecimiento Personal y Financiero
Accesibilidad en la Información
Democratización de oportunidades
© 2024 InversiónSimplificada All rights reserved
Si quieres recibir nuestra Newsletter


Comunicación
Nuestros Valores: