Este comportamiento ha llevado a los inversores a operar con stops muy definidos y a aprovechar movimientos de corto plazo, pues cualquier movimiento más prolongado puede verse interrumpido por un giro en la retórica política. El análisis de Nomura respalda la idea de que la estrategia de Trump consiste en imponer amenazas para luego moderar su tono, generando así oportunidades de rebote que son cada vez más previsibles para los operadores. Sin embargo, esta dinámica también implica un riesgo latente: la posibilidad de que Trump no retroceda y provoque caídas más pronunciadas, como ya ocurrió en 2018.

En paralelo, la caída del petróleo a 60,79 dólares representa un alivio para la inflación, mientras que la OPEP planea aumentar la producción más de lo previsto. El oro, aunque consolidándose entre 3.100 y 3.500 dólares, sigue siendo percibido como un refugio más sólido que el euro, que ha perdido más del 90% de su valor contra este metal en los últimos 25 años. Las perspectivas para la próxima semana apuntan a la relevancia de los datos macroeconómicos, como el ISM y las cifras de empleo en EE.UU. Sin embargo, estos indicadores pueden quedar relegados ante la fuerza de las intervenciones políticas. Frente a este escenario, algunos analistas sugieren priorizar inversiones en bonos, acciones internacionales fuera de EE.UU. y oro, considerando los riesgos derivados de las políticas populistas y la elevada valoración del S&P 500.

Ante estos factores, considero esencial mantener una estrategia flexible, priorizando movimientos de corto plazo y evitando exposiciones excesivas que puedan verse afectadas por la volatilidad política.