¿Ha conseguido el mundo domar a Trump? Una reflexión desde la economía global

He seguido con detenimiento la trayectoria del expresidente estadounidense Donald Trump y su impacto en la economía global. La pregunta que hoy me planteo, como analista financiero, es si las grandes potencias y los mercados lograron limitar o redirigir las políticas agresivas y poco ortodoxas que caracterizaron su mandato.

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JULIO VILAR

5/15/20252 min read

Tras los primeros 100 días de su administración, el mundo parecía perplejo ante un liderazgo basado en la imprevisibilidad y en un rechazo abierto al orden económico global establecido.

El presidente Trump inició su etapa con una clara estrategia de confrontación: retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico (TPP), amenazó con abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y aplicó aranceles indiscriminados contra China y la Unión Europea. Como observador económico, lo que más me sorprendió no fue su capacidad de ejecución, sino la falta inicial de resistencia de sus aliados tradicionales.

Sin embargo, la reacción internacional no se hizo esperar. Canadá, México y la Unión Europea comenzaron a diseñar contramedidas para proteger sus intereses. China, por su parte, tomó represalias arancelarias selectivas que afectaron especialmente a sectores agrícolas clave para la base electoral de Trump. Esta respuesta coordinada de las potencias globales marcó, desde mi óptica, el principio del cerco económico internacional hacia la Casa Blanca. En el ámbito financiero, los mercados enviaron señales inequívocas. La volatilidad de Wall Street aumentó significativamente durante los episodios de escalada comercial. El índice VIX, que mide la percepción de riesgo, alcanzó picos que no se registraban desde la crisis financiera de 2008. Los inversores institucionales, siempre atentos a la estabilidad, comenzaron a diversificar su exposición fuera del dólar, temiendo que la política exterior de Trump comprometiera la hegemonía del billete verde. No menos relevante fue la estrategia adoptada por los bancos centrales. La Reserva Federal, bajo la presidencia de Jerome Powell, actuó con independencia y mantuvo su política monetaria a pesar de la presión directa de Trump para reducir tipos de interés y favorecer el crecimiento interno a corto plazo. En mi análisis, la firmeza de Powell preservó la credibilidad del sistema financiero estadounidense y evitó un daño mayor al mercado de deuda soberana.

En Europa, se reforzaron las conversaciones sobre la creación de un mecanismo financiero alternativo para el comercio con Irán, evitando el uso del dólar, y se plantearon nuevas iniciativas para dotar al euro de un papel más relevante como moneda de reserva global. Estas acciones, aunque aún incipientes, fueron un claro mensaje para la Casa Blanca: la multipolaridad financiera comenzaba a hacerse realidad. Por último, no puedo dejar de mencionar el impacto energético. La decisión de la OPEP, liderada por Arabia Saudita, de aumentar la producción de petróleo fue clave para estabilizar los precios internacionales y contener las posibles disrupciones que la política exterior estadounidense pudiera provocar.

En conclusión, como analista financiero, considero que el mundo no llegó a “domar” completamente a Trump, pero sí consiguió acotar y modular los efectos más disruptivos de su agenda económica. La lección que nos deja este episodio es clara: en la era de la globalización, ni siquiera la primera economía del mundo puede actuar sin enfrentar consecuencias inmediatas y contundentes de los mercados y del resto de actores globales.