Europa se rearma: el fin de la ingenuidad estratégica
Europa ha despertado. La maquinaria comunitaria de seguridad y defensa empieza a moverse con la rapidez que exige un entorno geopolítico cada vez más incierto. La transición de una unión comercial y monetaria hacia una unión militar ya no es un proyecto teórico: es una respuesta concreta a un escenario cada vez más hostil, donde la disuasión se convierte en el nuevo lenguaje de la estabilidad. La vieja confianza en Estados Unidos como paraguas de seguridad comienza a desvanecerse.
ACTUALIDAD MERCADOS
EMILIANO GÓMEZ
3/24/20252 min read


Europa ha despertado. La maquinaria comunitaria de seguridad y defensa empieza a moverse con la rapidez que exige un entorno geopolítico cada vez más incierto. La transición de una unión comercial y monetaria hacia una unión militar ya no es un proyecto teórico: es una respuesta concreta a un escenario cada vez más hostil, donde la disuasión se convierte en el nuevo lenguaje de la estabilidad. La vieja confianza en Estados Unidos como paraguas de seguridad comienza a desvanecerse.
La posibilidad real de que Washington reconfigure su rol en la OTAN obliga a Bruselas a tomar las riendas. La guerra en Ucrania ha sido un punto de inflexión, pero lo que está en juego va más allá: la amenaza de una expansión rusa sobre Georgia, los países bálticos o incluso Polonia obliga a anticiparse, no solo a reaccionar. El debate ya no es si Europa debe invertir en defensa, sino cuánto y con qué urgencia. Hay países que ya han encendido todas las alarmas. La conciencia de que la seguridad no es gratuita ni eterna está calando con fuerza en los principales centros de decisión europeos. El nuevo discurso no se esconde tras rodeos diplomáticos ni ambigüedades políticas: la palabra “rearme” ha regresado al centro del debate público. España, tradicionalmente rezagada en este ámbito, se ve ahora obligada a tomar decisiones incómodas. Con el menor gasto en defensa dentro de la OTAN, no podrá mantenerse ajena al nuevo esfuerzo colectivo. Las prioridades cambian: se necesitará inversión para desarrollar tecnologías punteras, fabricar drones, misiles, fragatas y blindados. El rearme también será un motor industrial y tecnológico.
La historia ya ha demostrado que la industria puede reconvertirse con eficacia cuando la supervivencia está en juego. El lenguaje no puede suavizar la realidad. Los intentos de vender este cambio como una simple modernización tecnológica o un impulso industrial son comprensibles, pero insuficientes. Europa se rearma porque necesita protegerse. Y aunque duela asumirlo, la paz ya no puede depender solo de la diplomacia, sino también de la capacidad de disuasión. Ha llegado el momento de invertir más en armas que en mantequilla. No por deseo, sino por necesidad. Porque quien no invierte en defensa, acaba pagando el precio de la dependencia.
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