Etapa de estancamiento volatilidad persistente y una elevada incertidumbre.

El mercado financiero atraviesa actualmente una etapa de estancamiento marcada por la volatilidad persistente y una elevada incertidumbre. A pesar de que algunos indicadores sugieren que podríamos haber tocado suelo, aún no existen fundamentos sólidos para anticipar una recuperación sostenida.

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JON FERGUSON

4/22/20253 min read

Predomina una actitud de cautela generalizada entre los inversores institucionales, lo que se traduce en una falta de convicción tanto para tomar posiciones largas como cortas. Uno de los datos más relevantes en este contexto es la fuerte caída del índice VBX —que mide la volatilidad del VIX— de 189 a 114 en apenas diez días, lo que refleja una disminución en la cobertura frente a escenarios extremos.

Aunque el VIX se mantiene por encima de 20, su comportamiento reciente sugiere que el mercado ha reducido parcialmente su percepción de riesgo inmediato. Esta situación se da en un entorno donde la tensión entre la Reserva Federal y el gobierno de EE. UU. añade una capa de complejidad. Mientras Trump exige recortes de tipos de interés, Powell defiende la independencia del banco central, apuntando a que el conflicto entre crecimiento y control de inflación limita el margen de actuación de la Fed. En cuanto a la política comercial, las negociaciones entre EE. UU. y sus principales socios avanzan lentamente.

Aunque se han producido señales positivas, como una mayor disposición al diálogo con China y declaraciones optimistas sobre un posible acuerdo con la Unión Europea, las diferencias siguen siendo significativas. Las restricciones impuestas a empresas tecnológicas estadounidenses, como el bloqueo a la venta de chips a China, han tenido efectos inmediatos sobre valores como Nvidia, Intel o AMD, y podrían generar impactos negativos en cadenas de suministro globales, afectando también a firmas como Apple. La rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años se ha convertido en un punto de vigilancia clave. Actualmente en torno al 4,33%, cualquier movimiento que supere el umbral del 4,5% podría provocar nuevas intervenciones políticas.

La Reserva Federal, por su parte, considera crítico que esta rentabilidad no supere el 5%, lo que podría desencadenar una respuesta de política monetaria más agresiva. Recientemente, la estabilización de las ventas de bonos por parte de inversores extranjeros ha aliviado ligeramente la presión, aunque esta situación podría revertirse rápidamente.

Desde el punto de vista técnico, se han registrado señales preocupantes, como el cruce bajista en el S&P 500 entre la media móvil de 50 días y la de 200 días —conocido como “cruce de la muerte”—, que históricamente ha precedido a correcciones importantes. A ello se suma un comportamiento atípico observado el 14 de abril: una caída significativa del S&P 500 sin reacción proporcional del VIX. Este tipo de desconexión, según análisis históricos, suele preceder a subidas en el medio y largo plazo, aunque no garantiza repuntes inmediatos. A nivel de sentimiento de mercado, la desconfianza es generalizada.

La encuesta de gestores de Bank of America revela que el 82% prevé un debilitamiento económico, y cerca de la mitad anticipa un aterrizaje brusco. Las salidas de capital observadas tanto en EE. UU. como en Europa refuerzan esta percepción de riesgo. Ante este panorama, se cuestiona la eficacia de los activos refugio tradicionales, incluyendo el oro. Alternativas como los bonos a muy corto plazo o fondos de volatilidad especializados están ganando tracción como posibles opciones defensivas.

En términos de estrategia, algunos analistas proponen configuraciones más conservadoras, como una “cartera permanente” equilibrada entre efectivo, bonos, acciones y oro, que reduce la volatilidad a costa de una menor rentabilidad esperada.

En conclusión, mientras no se produzcan cambios estructurales en la política monetaria o comercial, el mercado continuará en una dinámica frágil, donde las oportunidades se limitarán principalmente a operaciones de corto plazo dentro de un entorno marcado por la cautela y la falta de dirección clara.