Estamos viviendo el fin de una era: las advertencias de Ray Dalio sobre un nuevo orden mundial

Durante más de medio siglo, me he dedicado a observar los vaivenes de los mercados y los movimientos tectónicos de la economía global. Pero fue solo cuando empecé a estudiar la historia en profundidad —siglos de auge y caída de imperios— que comprendí una verdad esencial: los tiempos que se avecinan no serán simplemente diferentes; serán radicalmente distintos a lo que hemos vivido en nuestras vidas. Así lo afirma Ray Dalio, el inversor macroeconómico más influyente de las últimas décadas, y no lo hace desde la especulación, sino desde la evidencia de patrones que se repiten a lo largo de 500 años.

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JOSÉ LUÍS CARVAJAL

4/18/20254 min read

Durante más de medio siglo, me he dedicado a observar los vaivenes de los mercados y los movimientos tectónicos de la economía global. Pero fue solo cuando empecé a estudiar la historia en profundidad —siglos de auge y caída de imperios— que comprendí una verdad esencial: los tiempos que se avecinan no serán simplemente diferentes; serán radicalmente distintos a lo que hemos vivido en nuestras vidas. Así lo afirma Ray Dalio, el inversor macroeconómico más influyente de las últimas décadas, y no lo hace desde la especulación, sino desde la evidencia de patrones que se repiten a lo largo de 500 años.

Aprender del pasado para anticipar el futuro

Lo que distingue a Dalio no es solo su olfato financiero, sino su capacidad para mirar más allá del presente. A lo largo de su carrera, las mayores sorpresas que enfrentó —crisis, colapsos, giros geopolíticos— no fueron anomalías impredecibles, sino repeticiones de fenómenos que ya habían ocurrido antes… solo que fuera del rango de la memoria colectiva contemporánea. Impulsado por esas “dolorosas sorpresas”, Dalio emprendió una investigación monumental de medio milenio de historia, estudiando el ascenso y caída de imperios como el holandés, el británico y el estadounidense. Lo que descubrió fue inquietante: las señales de declive actuales no son únicas ni nuevas. De hecho, han sido síntomas recurrentes de una enfermedad que afecta a todos los grandes poderes en sus etapas finales.

La lección de 1971: el día en que EE. UU. se quedó sin dinero

Una de las epifanías más contundentes de Dalio ocurrió en 1971. Entonces, un joven empleado de la Bolsa de Nueva York, fue testigo de un anuncio histórico: el presidente Nixon suspendía la convertibilidad del dólar en oro. Lo que sonaba como una medida técnica fue, en realidad, un default encubierto. Estados Unidos había estado gastando más de lo que podía respaldar, y los cheques (billetes) superaban con creces las reservas de oro. Dalio esperaba un colapso inmediato del mercado, pero, en cambio, las acciones subieron un 25%. La paradoja lo llevó a investigar la historia: en 1933, Roosevelt había hecho lo mismo. En ambos casos, romper el vínculo con el oro permitió imprimir dinero y continuar el gasto, al precio de una moneda devaluada. Así, Dalio entendió un principio clave: cuando los bancos centrales emiten dinero masivamente en tiempos de crisis, los activos reales (acciones, oro, materias primas) suben, y el valor del papel moneda cae.

Un ciclo que se repite: crisis, impresión de dinero, conflicto

La historia reciente no ha sido diferente. En 2008, la Reserva Federal inundó el sistema financiero con dinero para salvarlo del colapso hipotecario. En 2020, la pandemia llevó esa práctica a niveles sin precedentes. Hoy, los síntomas persisten: déficits crónicos, tasas de interés históricamente bajas e incapacidad de muchos países para sostener sus gastos sin recurrir a la impresión de dinero. Dalio identifica tres fenómenos inéditos en su vida que anuncian un cambio de era:

1. Países quebrados que imprimen dinero para sobrevivir.

2. Crecientes conflictos internos provocados por desigualdad y polarización.

3. Tensiones externas entre Estados Unidos y China. ¿Suena familiar? Lo es. Todo esto ya ocurrió entre 1930 y 1945, un periodo que culminó con una guerra mundial y el nacimiento de un nuevo orden global.

¿Qué es un “orden” y por qué estamos viendo su final?

Un orden es más que un conjunto de reglas: es el sistema de poder político y económico que domina tanto al interior de los países como en la escena internacional. Y los órdenes, explica Dalio, cambian cuando una guerra —civil o internacional— desplaza a los viejos actores y consagra a los nuevos vencedores. Así nacieron el orden interno de Estados Unidos (1789), la Unión Soviética (1917), la China moderna (1949), y el orden mundial actual, instaurado por EE. UU. tras la Segunda Guerra Mundial mediante acuerdos como Bretton Woods. Pero todo orden tiene un ciclo de vida. Y Dalio lo llama “El Gran Ciclo”.

El Gran Ciclo: de la cumbre al colapso

Según Dalio, los imperios atraviesan fases reconocibles:

Ascenso. Revoluciones exitosas, instituciones fuertes, prosperidad, educación, innovación, crecimiento militar y comercial. La moneda del imperio se convierte en reserva mundial.

Estancamiento. Aumento de la deuda, desigualdad, pérdida de valores fundamentales, burbujas financieras.

Declive. Devaluación monetaria, inflación, tensiones sociales, conflictos internos y externos. Finalmente, una guerra o crisis transforma el orden y da lugar a uno nuevo. Esto ha ocurrido con el imperio español, el otomano, el holandés, el británico… y ahora, todo indica que está ocurriendo con el imperio estadounidense.

Estados Unidos: los signos vitales de un imperio en decadencia

Dalio utiliza la metáfora médica para describir la salud de los imperios. Igual que un médico evalúa el pulso, la presión o la oxigenación, él analiza variables como la deuda, la productividad, la cohesión social, la legitimidad institucional y la fortaleza militar. Los “signos vitales” de Estados Unidos muestran debilitamiento:

Elevadísima deuda pública.

Polarización política extrema.

Violencia institucional y pérdida de confianza en el sistema.

Desafíos geopolíticos crecientes por parte de China.

Aunque no se trata de una predicción exacta, sí es una advertencia: estamos en la fase de transición hacia un nuevo orden, y las tensiones actuales no son eventos aislados, sino parte de un ciclo histórico profundo.

¿Qué podemos hacer ante un cambio de era?

Frente a esta perspectiva, Dalio no ofrece recetas mágicas, pero sí principios fundamentales:“Lo más importante que puedes hacer es ganar más de lo que gastas y tratar bien a los demás.” El resto —educación, innovación, competitividad— son medios para alcanzar esos dos fines. En tiempos de cambio, la estabilidad personal y la resiliencia comunitaria se convierten en los mejores refugios.

Un nuevo mundo en el horizonte

Hoy, cuando veo los movimientos globales —la desdolarización incipiente, el avance tecnológico chino, la fragmentación geopolítica, la expansión del populismo— no puedo evitar recordar las palabras de Dalio. Lo que vivimos no es una anomalía ni una desviación: es la continuación de un patrón antiguo, vasto, implacable. Estamos cruzando el umbral hacia una nueva era. Comprenderlo no nos libra de sus consecuencias, pero sí nos prepara para enfrentarlas con los ojos abiertos. Porque, como ha aprendido Dalio tras medio siglo de estudiar la historia: el futuro solo sorprende a quienes han olvidado el pasado.