¿Está el S&P 500 en una burbuja? ¿Y qué pasaría si Donald Trump cesara a Jerome Powell? Una reflexión sobre mercados y poder monetario
Desde hace semanas, se acumulan voces que advierten de un posible exceso en la cotización de los mercados bursátiles, en especial del S&P 500. La pregunta es legítima: ¿nos encontramos ante una burbuja especulativa? Y junto a ella, otra cuestión aún más provocadora: ¿qué sucedería si Donald Trump, en caso de retornar al poder, decidiera cesar al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, o si este optase por dimitir? Ambas preguntas, aunque de naturaleza distinta, están íntimamente conectadas por un hilo común: la relación entre política, dinero e instituciones. Y ambas merecen una respuesta rigurosa.
ACTUALIDAD MERCADOS
JULIO VILAR
7/24/20254 min read


¿Hay una burbuja en el S&P 500?
La respuesta breve es no. Para hablar de una burbuja especulativa se deben dar al menos tres condiciones: una subida acelerada y desproporcionada del precio de los activos, un sentimiento de euforia que empuja a los inversores particulares a entrar en masa al mercado, y un uso extendido del apalancamiento por parte de los actores financieros más sofisticados. Actualmente, no se observan esos elementos en conjunto. Es cierto que el S&P 500 se encuentra en niveles elevados y que ciertos sectores, especialmente el tecnológico, presentan valoraciones exigentes. Pero también es cierto que los resultados empresariales acompañan. Las ganancias están creciendo de forma sostenida y los márgenes se mantienen sólidos. No hay una desconexión flagrante entre el valor de mercado y el valor fundamental de muchas compañías. Además, el nivel de participación de inversores minoristas no ha alcanzado aún los picos típicos de un frenesí especulativo. Y el apalancamiento, aunque presente, no es generalizado ni extremo. En consecuencia, aunque el mercado pueda estar caro, no puede hablarse en sentido estricto de una burbuja. De hecho, cuanto más se extiende la percepción de que estamos ante una burbuja, más se refuerza la hipótesis contraria. En los mercados, el consenso excesivo suele preceder al error. Y la repetición incesante de advertencias sobre una burbuja podría estar indicando que, en realidad, aún hay espacio para nuevas subidas.
¿Qué pasaría si Trump cesara a Powell?
La segunda pregunta apunta al corazón institucional del sistema financiero estadounidense: la independencia de la Reserva Federal. Si Trump regresara a la presidencia y decidiera prescindir de Jerome Powell —algo jurídicamente posible si logra construir un caso por “causa justificada”— o si Powell dimitiera voluntariamente, se abriría un escenario muy delicado. Desde el plano institucional, supondría un golpe severo a la percepción de autonomía del banco central. La Reserva Federal perdería credibilidad frente a los mercados y ante sus pares internacionales. Pero más allá de los principios, hay que considerar los efectos prácticos. ¿Es realmente independiente la Fed? La estructura del FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto) muestra que siete de sus doce miembros son designados por el presidente, con confirmación del Senado.
Cada mandato presidencial permite renovar al menos dos o tres puestos en esa junta de gobernadores. Con dos mandatos consecutivos, un presidente puede moldear completamente la dirección de la política monetaria a través de nombramientos legales. La teoría de la independencia institucional se sostiene, pero su práctica admite matices. Además, tras la pandemia, el equilibrio entre política fiscal y monetaria ha cambiado profundamente. El Estado ha tomado el control del gasto con déficits sin precedentes, y la Reserva Federal ha actuado, en la práctica, como financiador directo de ese gasto, adquiriendo grandes volúmenes de deuda pública. Esa simbiosis ya marca una subordinación de hecho, aunque no de derecho. La posibilidad de que Trump —o cualquier otro presidente— imponga una mayor coordinación entre la Fed y el Tesoro no es una fantasía descabellada. Es una posibilidad política con fundamento técnico: en un contexto de deuda creciente, controlar los tipos de interés se convierte en una necesidad estratégica para la sostenibilidad fiscal… y también para la geopolítica, en el marco de la competencia con China.
¿Cómo reaccionarían los mercados?
En el caso hipotético de una destitución o dimisión de Powell, los mercados probablemente reaccionarían con una caída inicial. Se interpretaría como una señal de inestabilidad institucional. Pero esa reacción podría revertirse rápidamente si el sucesor del presidente de la Fed muestra una disposición clara a mantener políticas monetarias acomodaticias. De hecho, en el contexto actual, donde la financiación del Tesoro exige tipos más bajos para evitar un desbordamiento del coste de la deuda, muchos inversores podrían interpretar esa coordinación política como un estímulo potencial para los activos de riesgo. El miedo inicial dejaría paso a un rebote, impulsado por la expectativa de mayor liquidez.
Hacia un nuevo paradigma monetario
La clave de todo este análisis reside en reconocer un cambio estructural: hemos pasado de un modelo de equilibrio entre política monetaria y fiscal a un escenario de dominancia fiscal, en el que los bancos centrales están, de forma implícita o explícita, subordinados a las necesidades de financiación de los Estados. La Reserva Federal sigue siendo formalmente independiente, pero su margen real de actuación se estrecha. Y este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos. Está ocurriendo en buena parte de las economías avanzadas. Aceptar esta realidad implica reformular la interpretación clásica de la política monetaria. Y sobre todo, obliga a repensar el papel de los bancos centrales en un mundo donde la deuda pública se ha convertido en el centro de gravedad de la política económica.
Conclusión
El S&P 500 no se encuentra en una burbuja, al menos no en los términos clásicos. Las valoraciones pueden ser exigentes, pero están respaldadas por beneficios y flujos. El verdadero desafío no está en los precios de las acciones, sino en el marco institucional que regula el precio del dinero. Si Donald Trump cesara a Jerome Powell, el impacto inicial sería negativo.
Pero a medio plazo, los mercados podrían adaptarse, e incluso beneficiarse, si el nuevo liderazgo en la Fed refuerza la subordinación monetaria a las prioridades fiscales. La gran pregunta, entonces, no es si Powell sigue o se va. La verdadera cuestión es si el futuro de los bancos centrales será definido por su independencia técnica o por su funcionalidad política. Todo parece indicar que estamos entrando de lleno en esta segunda etapa.
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