Entre acrónimos y mercados: lo que realmente nos dice Potus, Taco y Abusa
La jerga financiera nunca ha sido ajena a los tiempos políticos. En este nuevo ciclo de alta tensión económica, se han instalado en las conversaciones de mercado algunos acrónimos que, lejos de ser simples juegos de palabras, reflejan muy bien la lógica de funcionamiento de la actual administración estadounidense.
ACTUALIDAD MERCADOS
DANIEL GIL
6/20/20252 min read


Hablo, claro, de Potus (president of the US), Taco (Trump always chickens out) y Abusa (anything but USA). Tres siglas que, por sí solas, sintetizan cómo se percibe desde los mercados la forma en que Estados Unidos está gestionando su papel económico global. Desde el inicio del mandato, la presidencia norteamericana ha optado por aplicar una política de choques: aranceles agresivos, recortes fiscales, control migratorio estricto y un discurso centrado en revertir el déficit comercial.
La promesa era clara: proteger al país y reindustrializarlo, aunque eso implicara enfrentamientos con aliados históricos y una reconfiguración de las reglas del juego global. Sin embargo, el modo en que se han comunicado y gestionado esas decisiones ha generado dudas crecientes. En más de una ocasión, los mercados reaccionaron con fuerza a nuevos aranceles o amenazas fiscales, solo para descubrir pocas horas después que el anuncio se retiraba o matizaba. Es un patrón que se ha repetido tanto que ha dado pie al acrónimo
Taco: lanzar la amenaza, observar la reacción, y luego recular. El resultado ha sido una volatilidad innecesaria, una pérdida de confianza progresiva y un ruido constante que debilita la credibilidad.
En este entorno, el daño ha sido, en gran parte, autoinfligido. Los aranceles no han sido absorbidos por los países destinatarios, sino por los propios consumidores y empresas estadounidenses. La inflación importada, la caída del consumo, y la pérdida de confianza empresarial son síntomas visibles de una estrategia mal calibrada.
La respuesta de los bond vigilantes —los inversores más atentos a la solvencia y estabilidad fiscal de un país— no se ha hecho esperar. Han castigado lo que consideran una amenaza a la independencia de la Reserva Federal y una trayectoria fiscal insostenible. La pérdida de la última calificación AAA para la deuda pública estadounidense fue solo una confirmación simbólica de lo que ya muchos descontaban: Estados Unidos ha dejado de ser, por ahora, un refugio incuestionable. Y así llegamos al tercer acrónimo:
Abusa. La huida de capitales desde Estados Unidos hacia otros mercados más predecibles ha sido notable. Inversores institucionales han comenzado a diversificar sus carteras buscando alternativas donde no pesen tanto la incertidumbre política, la volatilidad regulatoria ni los riesgos monetarios. Antes, la inversión en EE. UU. era sinónimo de excepcionalismo económico. Hoy, muchos prefieren “cualquier cosa menos USA”. No porque hayan dejado de confiar en su capacidad productiva o tecnológica, sino porque el entorno institucional y macroeconómico se ha vuelto demasiado imprevisible. Este cambio de percepción no es definitivo, pero sí significativo.
El prestigio financiero es un activo intangible, y cuando empieza a erosionarse, se tarda en recuperar. Lo que antes era una prima de confianza, hoy se ha transformado en un recargo por incertidumbre. Y en los mercados, como bien sabemos, las etiquetas importan. Potus, Taco y Abusa no son simples acrónimos: son, en el fondo, un diagnóstico de cómo está siendo vista la política económica de la mayor potencia del mundo.
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