En favor de la autonomía geoestratégica europea
De niño, detestaba la violencia. Tras dejar de ser un adolescente, abominé de las armas, las guerras y admiré, como muchos, los métodos no violentos de Mahatma Gandhi. La primera pintada que hice en mi época universitaria fue junto a otros compañeros, en un muro del barrio de Gràcia, contra la guerra de Vietnam. Mi mejor trabajo en Derecho Político fue investigar y describir la revolución cultural china de los sesenta, a la que definí como una masacre para acabar con cualquier disidencia. Después de la universidad, participé junto a miles de jóvenes en una mutación cultural sin violencia que triunfó: impulsamos un cambio de mentalidades que favorecía la sexualidad libre, la ecología, el feminismo, el antirracismo, la laicidad y el fin del servicio militar obligatorio. En definitiva, formo parte de una generación que, en diversas ocasiones, ha participado en manifestaciones en favor de la paz y en contra de las guerras que marcaron Oriente Medio, la ex-Yugoslavia, el genocidio de Ruanda, la invasión de Ucrania y las masacres en Gaza.
ACTUALIDAD MERCADOS
ALEX SEGURA
4/1/20252 min read


De niño, detestaba la violencia. Tras dejar de ser un adolescente, abominé de las armas, las guerras y admiré, como muchos, los métodos no violentos de Mahatma Gandhi. La primera pintada que hice en mi época universitaria fue junto a otros compañeros, en un muro del barrio de Gràcia, contra la guerra de Vietnam. Mi mejor trabajo en Derecho Político fue investigar y describir la revolución cultural china de los sesenta, a la que definí como una masacre para acabar con cualquier disidencia. Después de la universidad, participé junto a miles de jóvenes en una mutación cultural sin violencia que triunfó: impulsamos un cambio de mentalidades que favorecía la sexualidad libre, la ecología, el feminismo, el antirracismo, la laicidad y el fin del servicio militar obligatorio. En definitiva, formo parte de una generación que, en diversas ocasiones, ha participado en manifestaciones en favor de la paz y en contra de las guerras que marcaron Oriente Medio, la ex-Yugoslavia, el genocidio de Ruanda, la invasión de Ucrania y las masacres en Gaza.
Con muchos otros concienciados en estos días, entre los más oscuros que hemos vivido en décadas, pienso que hay que ser sensato, aunque ni tibio ni pasivo. Ni Europa ni el Reino Unido debemos actuar como peones del juego geoestratégico que protagonizan Rusia, China y Estados Unidos. La Unión Europea y el Reino Unido no estamos protegidos por paraguas nucleares ajenos. Cuando Estados Unidos decide desentenderse de Europa, cuando, en esta misma Europa, vemos que Moldavia, Georgia o Finlandia pueden ser invadidas al modo ucraniano, Putin no esconde su deseo de recuperar el imperio de Stalin. Y para lograrlo, desestabiliza Europa mediante la presión híbrida: elecciones manipuladas, sabotajes a infraestructuras esenciales, campañas de desinformación, hackeos a hospitales, universidades y centros de poder. Así se mina la confianza de la ciudadanía en sus propios gobiernos. Los ciberataques no solo han sido capaces de alterar procesos electorales, sino también de paralizar cadenas de suministro, interrumpir sistemas energéticos y debilitar la cohesión interna de la UE. En este contexto, Europa no puede ni debe permanecer como un actor pasivo. Es urgente fortalecer nuestra autonomía geoestratégica. Por eso afirmo con rotundidad: Europa debe apostar por la ciberseguridad, por el desarrollo de una industria e inteligencia militar propias. Debemos invertir en tecnología europea, en satélites de vigilancia, protección y comunicación, en defensa cibernética y en sistemas de inteligencia artificial supervisados por normativas éticas propias. No se trata de militarizar el continente, sino de modernizar nuestra defensa para no depender de terceros. Las democracias liberales europeas no pueden seguir confiando en alianzas que, como ha demostrado la historia reciente, pueden quebrarse con un cambio de liderazgo. Estados Unidos, con su deriva aislacionista bajo figuras como Trump, y con actores como Elon Musk que instrumentalizan la desinformación, no representa una garantía permanente. Hoy más que nunca, debemos inventar alternativas. No podemos seguir siendo un apéndice militar, tecnológico y estratégico de potencias que persiguen sus propios intereses. El futuro de Europa exige que tengamos la capacidad de protegernos, decidir y actuar con soberanía. Apostar por una autonomía geoestratégica es apostar por nuestra paz, libertad y dignidad.
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