El pulso global por Ormuz: crónica de una amenaza que sacude los mercados
Por más de una década he seguido de cerca los vaivenes del mercado energético, pero pocas veces he sentido una inquietud tan palpable como la que se ha desatado estos días en las bolsas internacionales ante el riesgo de un eventual cierre del estrecho de Ormuz. La posibilidad, no descartada sino sugerida abiertamente por el Parlamento iraní como represalia al ataque estadounidense contra infraestructuras nucleares en su territorio, ha encendido todas las alarmas.
ACTUALIDAD MERCADOS
JON FERGUSON
6/23/20252 min read


La Asamblea Consultiva Islámica, que representa la voz legislativa de Irán, ha recomendado el cierre de este paso marítimo estratégico. Sin embargo, la decisión final recae en el líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei. Aunque no es la primera vez que Teherán agita esta amenaza, la coyuntura actual —marcada por una escalada geopolítica y una inflación persistente— le otorga una gravedad especial.
Como periodista, pero también como observadora del pulso energético mundial, no puedo subestimar el peso de Ormuz en el sistema global. Este estrecho canaliza cerca del 20% del petróleo mundial. Imaginen un cuello de botella por el que pasa uno de cada cinco barriles consumidos en el planeta. Su bloqueo, aunque parcial o temporal, trastocaría de inmediato la estabilidad de los mercados.
Los expertos coinciden: si la amenaza se concreta, el precio del crudo podría superar los 100 dólares por barril, y en los escenarios más extremos, llegar a los 120 o incluso 150 dólares. Deutsche Bank y el grupo ING Research han puesto cifras a esta hipótesis, alertando que cualquier interrupción significativa en los flujos petroleros hacia Asia y Occidente sería suficiente para impulsar el Brent a nuevos máximos. Una referencia clara: el récord de 2008, cuando el barril rozó los 150 dólares.
Pero este no es un juego de especulación financiera, es un pulso que afecta de forma tangible a empresas, gobiernos y consumidores. Un petróleo más caro no solo implica más costes para el transporte y la industria, sino también más presión inflacionaria y nuevas dificultades para la política monetaria global. En Europa, que aún lidia con los efectos de la guerra en Ucrania y una recuperación desigual, la posibilidad de nuevos aumentos en el precio de la energía es especialmente delicada.
He hablado con analistas que temen que la situación se agrave si el conflicto escala. Antonio Castelo, de iBroker, me advierte que si el deterioro bélico se intensifica, los 150 dólares por barril podrían dejar de ser una posibilidad remota para convertirse en una dura realidad. Mientras escribo estas líneas, la incertidumbre es total. Las bolsas reaccionan con volatilidad, los inversores buscan refugio y los gobiernos observan con inquietud cómo la estabilidad del comercio global puede pender de un estrecho de apenas 50 kilómetros de ancho. En esta era hiperconectada, basta un gesto en Teherán para estremecer Wall Street, Frankfurt o Tokio.
En definitiva, lo que está en juego en Ormuz no es solo el precio del petróleo. Es el delicado equilibrio de un mundo que, pese a su desarrollo tecnológico y sus discursos sobre transición energética, sigue siendo profundamente vulnerable a las tensiones del viejo tablero geopolítico. Y así, entre advertencias, movimientos bursátiles y declaraciones cruzadas, seguimos pendientes de una decisión que, tomada a miles de kilómetros, podría tener un impacto inmediato en la vida de todos.
Porque en el mundo actual, basta con que un estrecho se cierre para que se abra una nueva crisis global.
Nuestros colaboradores
Educación Patrimonial Continua
Claridad y Simplicidad
Cercanía y Apoyo Constante
Compromiso con el Crecimiento Personal y Financiero
Accesibilidad en la Información
Democratización de oportunidades
© 2024 InversiónSimplificada All rights reserved
Si quieres recibir nuestra Newsletter


Comunicación
Nuestros Valores: