El peso de la incertidumbre: la huella de la era Trump en la economía mundial

Aquella mañana, al sentarme con el periódico abierto frente a mí, me encontré con una entrevista que resumía de forma clara la intranquilidad que persiste en los mercados globales.

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EMMA TUCKER

5/27/20252 min read

El titular, contundente, hablaba de una desconfianza latente: “La duda persiste, parte del mal de Trump ha calado”.

Y era imposible no sentir que esas palabras describían una realidad que aún nos rodea. Las reflexiones se centraban en cómo las huellas de la era Trump, pese a que él ya no está en el poder, siguen presentes en los mercados financieros. Lo que más me llamó la atención fue la insistencia en que el cambio de administración en Estados Unidos no ha logrado borrar por completo la sensación de imprevisibilidad. Se percibe que el cliente que antes buscaba certeza ahora exige más diversificación, una demanda constante de seguridad en un entorno que parece haberse acostumbrado a los vaivenes. A lo largo de la entrevista, se abordaron aspectos concretos como el comercio, el dólar y la deuda. Todos estos elementos siguen girando en torno a la influencia de la economía estadounidense en el resto del mundo.

Me sorprendió la claridad con la que se explicaba que, aunque algunos retrocesos de la política trumpista ya son evidentes, la desconfianza que generó ha dejado un poso difícil de erradicar. Las relaciones comerciales y la fortaleza del dólar son factores que todavía generan mucha tensión en la economía europea, y lo cierto es que no hay señales claras de que esto vaya a cambiar a corto plazo. El entrevistado insistía en que la historia se repite. Aunque la nueva administración estadounidense se esfuerza por transmitir confianza y previsibilidad, la inestabilidad política y económica sigue siendo un obstáculo.

No basta con las intenciones de la Casa Blanca; los mercados necesitan tiempo para volver a creer. Y es ahí donde radica el verdadero desafío: recuperar la confianza en un contexto en el que los cambios bruscos se han vuelto habituales. Al cerrar el periódico, comprendí que no se trataba solo de una entrevista sobre inversiones. Era una radiografía de las tensiones que nos afectan a todos. La economía y la política están tan entrelazadas que cualquier decisión, por pequeña que sea, puede tener repercusiones globales. La sensación de inestabilidad no es un simple dato técnico: es una realidad que se palpa en cada decisión de inversión, en cada análisis de riesgo.

Mientras observaba la página final de aquella entrevista, entendí que la sombra de la era Trump todavía planea sobre nosotros. No se trata de nostalgia o de crítica política: es la constatación de que, en este mundo interconectado, la confianza tarda mucho más en reconstruirse de lo que tarda en quebrarse. Esa es la lección más valiosa que me llevé de aquella lectura matutina.