El 2 de abril y la sombra arancelaria de Trump: una nueva cita con la incertidumbre económica
Me encuentro en un momento crucial de observación y análisis mientras el calendario avanza hacia una fecha que, una vez más, podría sacudir los cimientos del comercio internacional: el 2 de abril. Ese día, Donald Trump —previsible e imprevisible a partes iguales— podría anunciar una nueva oleada de aranceles del 25% sobre los productos importados.
ACTUALIDAD MERCADOS
SANTI CULLELL
4/2/20253 min read


Me encuentro en un momento crucial de observación y análisis mientras el calendario avanza hacia una fecha que, una vez más, podría sacudir los cimientos del comercio internacional: el 2 de abril. Ese día, Donald Trump —previsible e imprevisible a partes iguales— podría anunciar una nueva oleada de aranceles del 25% sobre los productos importados.
Aunque hay excepciones, como los bienes provenientes de México y Canadá (amparados por tratados comerciales), los sectores afectados abarcarían desde vehículos y productos químicos hasta semiconductores y equipamiento médico. En este contexto, se abren múltiples interrogantes y previsiones. ¿Será otro capítulo de presión negociadora o una medida definitiva que reavivará una guerra comercial dormida? Si se concretan las amenazas, la Unión Europea probablemente no tardaría en responder con medidas espejo, centrando su artillería en sectores industriales estratégicos y, posiblemente, en el sector automotriz. Todo apunta a que la dinámica no se limitaría al enfrentamiento entre EE. UU. y Europa, sino que podría tener un alcance global, afectando cadenas de suministro, flujos de capital y, en definitiva, el crecimiento económico. Como analista, considero clave mirar más allá del titular. Las previsiones, aunque inciertas, trazan un panorama nada alentador: un posible retroceso de hasta 0,6% en el PIB global entre 2025 y 2026, con un agregado de hasta 0,3% a la inflación. La OCDE prevé una caída en el volumen de exportaciones superior al 3% en vehículos, y más del 2% en maquinaria industrial y productos farmacéuticos.
Todo ello en un contexto en el que la confianza del consumidor estadounidense ya muestra signos alarmantes de debilitamiento. Uno de los termómetros más reveladores es el índice de confianza del consumidor del Conference Board, que ha alcanzado en marzo su nivel más bajo desde febrero de 2021, un dato que inquieta profundamente. Este retroceso no es solo una consecuencia de las políticas arancelarias, sino también del debilitamiento general de la demanda interna, que en parte se explica por la creciente desigualdad. Apenas el 20% de la población estadounidense —la más acomodada— concentra el 50% del gasto incremental. Esto limita el potencial expansivo del consumo, dejando al resto de la población con un margen de maniobra cada vez más reducido. La volatilidad bursátil tampoco ha tardado en reflejar esta tensión. Lo hemos visto en sectores sensibles como viajes y ocio, con empresas del Stoxx 600 que acusan caídas de hasta el 7,6%.
El comercio minorista también sufre: marcas como Inditex, Melía o Amadeus retroceden con fuerza, mientras que el lujo resiste de manera más resiliente, con LVMH a la cabeza. Sin embargo, el golpe ha sido especialmente duro para las medianas compañías norteamericanas, cuyos valores cotizan hoy con descuentos de hasta el 18% frente al promedio histórico del S&P 500. Frente a este escenario, muchos inversores están girando su atención hacia opciones más defensivas o geográficamente diversificadas. Las dudas sobre el crecimiento esperado para 2025 (ahora con una proyección del -2,2%) están forzando a revisar estrategias. Las medianas empresas, por ejemplo, muestran valoraciones atractivas y ratios de beneficio más estables, convirtiéndose en una alternativa viable para aquellos que buscan amortiguar la tormenta que se avecina. Desde mi experiencia, no puedo evitar pensar que más allá de los titulares sensacionalistas y los giros políticos, el verdadero impacto de las decisiones arancelarias radica en su capacidad para alterar la psicología de consumidores e inversores.
Si el 2 de abril se convierte en una fecha de escalada comercial, podríamos estar ante un nuevo ciclo de incertidumbre que afecte tanto a las expectativas de crecimiento global como a la estabilidad financiera de los mercados. La cuenta regresiva ya ha comenzado. Y todos —inversores, empresas, consumidores— miramos con atención hacia Washington, esperando respuestas que aún no llegan, pero cuyas consecuencias, sin duda, nos alcanzarán a todos.
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