Del día del “liberamiento” al día del caos: una mirada personal al sueño roto de Trump
Recuerdo vívidamente aquel eslogan que, con letras grandes y promesas aún mayores, prometía "Make America Great Again". Parecía una llamada a la esperanza para millones de estadounidenses que veían en Donald Trump la figura de un salvador económico, un empresario que, a golpe de voluntad y carácter, restauraría la grandeza perdida de su país. Sin embargo, hoy, al observar el escenario global, me doy cuenta de que ese sueño —que en su día muchos aplaudieron— ha derivado en una pesadilla económica cuya onda expansiva amenaza con desestabilizar a medio mundo. Trump no solo ha tensado hasta el extremo las relaciones internacionales con su estrategia arancelaria, sino que ha generado un clima de incertidumbre profunda en los mercados.
ACTUALIDAD MERCADOS
MARCOS RAMOS
4/6/20253 min read


Recuerdo vívidamente aquel eslogan que, con letras grandes y promesas aún mayores, prometía "Make America Great Again". Parecía una llamada a la esperanza para millones de estadounidenses que veían en Donald Trump la figura de un salvador económico, un empresario que, a golpe de voluntad y carácter, restauraría la grandeza perdida de su país. Sin embargo, hoy, al observar el escenario global, me doy cuenta de que ese sueño —que en su día muchos aplaudieron— ha derivado en una pesadilla económica cuya onda expansiva amenaza con desestabilizar a medio mundo. Trump no solo ha tensado hasta el extremo las relaciones internacionales con su estrategia arancelaria, sino que ha generado un clima de incertidumbre profunda en los mercados.
Su idea central —la de que todo lo que se consuma en Estados Unidos debe producirse dentro de sus fronteras— ha derivado en una política de aislamiento que rompe con décadas de apertura económica. Lo que comenzó como una propuesta de recuperación nacional se ha transformado en un mecanismo de presión que, lejos de fortalecer a EE. UU., lo aísla y lo debilita frente a sus principales aliados y socios. Desde Europa lo hemos observado con inquietud. La imposición de aranceles ha afectado directamente a sectores clave de nuestra economía, alterando las cadenas de suministro y encareciendo los costes de exportación. Más aún, el impacto en el consumo estadounidense se ha hecho evidente.
Con una población que depende en gran medida de bienes importados, el aumento de precios ha erosionado el poder adquisitivo de los hogares norteamericanos, generando tensiones internas en un país que ya venía arrastrando desigualdades profundas. Pero no es solo una cuestión de dólares y centavos.
Lo que realmente inquieta es el mensaje que se proyecta al mundo: una visión proteccionista, unilateral, que ignora la interdependencia que define la economía global contemporánea. La estrategia de Trump ha resucitado viejos fantasmas del nacionalismo económico, aquellos que creíamos superados tras la Segunda Guerra Mundial, y ha puesto a prueba la cohesión de proyectos multilaterales como la Unión Europea. Desde mi perspectiva, lo más preocupante es que este giro proteccionista no solo ha afectado al comercio, sino también a la inversión, la estabilidad monetaria y las perspectivas de crecimiento.
En momentos en que el mundo debería estar enfocándose en la sostenibilidad, la innovación y la cooperación internacional, nos vemos atrapados en una lógica de confrontación que no beneficia a nadie. En medio de este panorama, la Unión Europea se enfrenta a un desafío estratégico de primer orden. No podemos responder al caos con más caos. Es urgente una reacción firme, pero serena; unida, pero reflexiva. La respuesta no puede ser replicar el proteccionismo, sino reforzar los lazos internos y externos, diversificar mercados, impulsar la competitividad y garantizar que los efectos sobre la economía real sean contenidos. Porque, en última instancia, el daño no es solo económico. Es también simbólico.
El "America first" de Trump ha venido acompañado de un "others last" que deteriora la confianza global. Frente a esta visión de mundo cerrado y autosuficiente, necesitamos levantar una voz clara en defensa del comercio justo, del multilateralismo y de la cooperación. Aquel “día del liberamiento” —como muchos celebraron el inicio de su mandato— ha dado paso a un día del caos, en el que reina la confusión, se fracturan las alianzas y se tambalean los principios que sostienen la economía mundial. Aún estamos a tiempo de corregir el rumbo, pero la ventana de oportunidad se estrecha. Hoy más que nunca, necesitamos líderes que construyan puentes, no muros. ?
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