Cómo estamos en los mercados

Hoy he tenido la oportunidad de compartir mi visión sobre los mercados financieros en un contexto que muchos consideran complicado, pero que para mí supone la confirmación de que la bolsa, como siempre, ofrece oportunidades para quienes saben leer más allá de los titulares.

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DANIEL GIL

6/2/20253 min read

Muchos inversores, tal vez con cierta lógica, sienten preocupación por el hecho de que algunas empresas estén recortando sus programas de recompra de acciones y, en algunos casos, planteando también la posibilidad de reducir dividendos.

Sin embargo, para mí, esta situación no es motivo de alarma, sino todo lo contrario: es un síntoma de que el mercado quiere desprenderse de ciertos disfraces para revelar su verdadera fortaleza. Cuando las compañías anuncian grandes programas de recompra de acciones o generosos aumentos de dividendos, en realidad están ofreciendo un mensaje que no siempre se corresponde con su verdadera intención. Esos anuncios son, muchas veces, una forma de atraer al inversor minorista, para que compre lo que el propietario o el núcleo duro de la empresa ya no desea mantener.

Por eso, cuando esas recompensas se retiran, considero que es el momento de empezar a prestar atención: significa que el maquillaje se ha retirado y que el mercado está listo para caminar con sus propias piernas. He visto, en los últimos meses, cómo la bolsa vive ciclos vertiginosos de euforia y pesimismo. Hace apenas dos meses, fuimos testigos de una caída extremadamente violenta, concentrada en unas pocas semanas, que normalmente se desarrolla a lo largo de varios meses.

Esa caída permitió a muchas compañías recomprar acciones a precios bajos, ajustando sus balances y recuperando títulos.

Ahora, cuando el mercado se ha reequilibrado, me resulta lógico pensar que esas mismas compañías están listas para emprender un nuevo tramo alcista. Para ello, necesitan dejar de lado los estímulos artificiales que incitan a los inversores a comprar, como los dividendos atractivos o los programas de recompra. Por eso me alegra ver que esos estímulos desaparecen. Va en contra de lo que suele decirse en los medios, pero yo lo interpreto como una señal alcista. Porque cuando se retiran esos incentivos, lo que queda es el valor real de las compañías y la confianza de quienes están dispuestos a comprar por lo que realmente valen, no por el reclamo de un dividendo fácil.

En el trasfondo de esta dinámica, también observo cómo las noticias internacionales y los titulares cargados de incertidumbre alimentan la confusión entre los inversores menos experimentados. Hemos visto, por ejemplo, cómo los aranceles de Donald Trump a Europa han cambiado de un día para otro: primero del 20%, luego del 50%, y sin una reacción coherente de los mercados más allá de la sorpresa inicial. Ese tipo de vaivenes genera un ambiente de desconfianza que, paradójicamente, resulta perfecto para quienes están preparados. La inseguridad de muchos es, a menudo, el punto de partida para las subidas que tanto anhelamos. No quiero, sin embargo, que se entienda esto como una invitación a lanzarse de forma indiscriminada a comprar acciones. No todas las compañías van a beneficiarse de este entorno.

La clave está, como siempre, en identificar aquellos sectores y valores que realmente tienen la energía necesaria para impulsar un nuevo ciclo alcista. En los últimos meses, he venido observando cómo el sector eléctrico, y más recientemente, el de la energía en general, están cobrando fuerza. Valores como Enagás o Green Energy han mostrado movimientos que refuerzan esta percepción. Estos sectores tienen, a mi juicio, el viento de cola necesario para capitalizar la recuperación y convertirse en el motor de las subidas de los índices.

Me sorprende, todavía, encontrar inversores que esperan que la bolsa sea un camino recto y sin sobresaltos. La bolsa es, y siempre ha sido, un escenario de tensión constante, donde la clave está en no dejarse arrastrar por la corriente de opiniones que cambia cada semana. El miedo y la incertidumbre son parte del paisaje, pero también son el alimento de los grandes movimientos alcistas. Por eso, al terminar la semana, me reafirmo en la idea de que estamos en un entorno favorable para los que saben mirar con calma y perspectiva.

Los estímulos artificiales empiezan a desaparecer, y con ello, el mercado se prepara para mostrar su verdadero pulso. En un entorno de dudas y volatilidad, yo elijo interpretar estos movimientos como la señal más clara de que la bolsa, lejos de estar agotada, está viva y lista para seguir sorprendiéndonos.