Borses ciclotímiques: la volatilidad como espejo del mundo
Resulta sorprendente la velocidad con la que los mercados financieros pueden cambiar de humor, oscilando desde el más absoluto pesimismo hasta un cierto optimismo en apenas unos días.
ACTUALIDAD MERCADOS
DANIEL GIL
5/26/20252 min read


Esta volatilidad, tan característica de los mercados bursátiles, nos recuerda que, en el fondo, actúan como un termómetro que refleja las incertidumbres —y las esperanzas— del escenario económico y geopolítico global. Hace poco, un solo anuncio del expresidente estadounidense Donald Trump bastó para sacudir las bolsas de manera espectacular. El pasado 2 de abril, cuando se anunciaron los denominados “aranceles recíprocos”, los mercados experimentaron caídas superiores al 15%. Bastaba con leer cualquier análisis posterior para confirmar la percepción de un panorama cada vez más negro, ante el temor de una guerra comercial sin precedentes. Sin embargo, apenas una semana después, se produjeron dos anuncios por parte de Trump que devolvieron un atisbo de esperanza a los inversores.
El primero, el 9 de abril, comunicaba la suspensión temporal de 90 días de los aranceles para todos los países, con la excepción de China. El segundo, a mediados de mayo, relataba un acuerdo temporal entre Estados Unidos y China para rebajar los aranceles: del lado americano, al 30%; del lado chino, al 10%, con un periodo de 90 días para negociar. A pesar de que las formas utilizadas por Trump no dejan de resultar abruptas e imprevisibles, lo cierto es que han servido para reconfigurar, al menos temporalmente, el estado de ánimo de los mercados.
La amenaza de los aranceles, convertida en una suerte de moneda de cambio para negociar en clave bilateral, ha sido utilizada de forma reiterada por Estados Unidos. Aunque nadie sabe con certeza qué resultados finales traerán estas múltiples negociaciones, la sensación generalizada es que, tarde o temprano, se alcanzarán ciertos acuerdos que permitan reconducir la situación.
Personalmente, considero que todo este vaivén deja en evidencia un hecho fundamental: la fragilidad estructural de las bolsas. El 2 de abril, parecía que asistíamos a un derrumbe inevitable; ahora, con el ambiente más calmado, muchos ya dan por resueltos todos los problemas. Nada más lejos de la realidad.
Si algo nos enseña este ciclo tan rápido y abrupto es que el mundo ha cambiado de manera irreversible. Las tensiones geopolíticas y la inestabilidad no son una anomalía: son ya la nueva norma, y deberemos acostumbrarnos a convivir con ellas en el futuro próximo.
Por ahora, las bolsas han recuperado prácticamente todo lo que perdieron con la inestabilidad arancelaria. Pero conviene no perder de vista que, bajo esta aparente tranquilidad, laten fuerzas profundas que no desaparecen con una simple tregua comercial. El ciclo de los mercados seguirá, implacable y ciclotímico, reflejando cada sobresalto de nuestro tiempo.
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